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Islamistas bajo presión en el Magreb

27 de julio de 2013

Los grupos políticos islamistas no sólo están bajo ataque en Egipto. En los últimos dos días, las oficinas de los Hermanos Musulmanes libios y las del partido tunecino En Nahda han sido agredidas por sus opositores.

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Imagen: picture alliance/AP Photo

Las agrupaciones políticas islamistas están bajo ataque en el norte de África. En Libia, al calor de las protestas por el asesinato del activista Abdelsalam al Mosmari y de dos oficiales del Ejército, cientos de manifestantes antiislamistas agredieron este sábado (27.07.2013) las oficinas de los Hermanos Musulmanes en Trípoli y Bengasi.

El brazo político de los Hermanos Musulmanes es el segundo partido más fuerte en el Congreso de ese país y al Mosmari –asesinado el viernes por desconocidos cuando salía de una mezquita tras el rezo del mediodía– era uno de los críticos más elocuentes de los islamistas en territorio libio. El hecho es atribuido a extremistas islámicos, aunque la Hermandad Musulmana libia rechaza oficialmente la violencia.

Al mismo tiempo, en Túnez, una bomba colocada debajo de un automóvil estalló este viernes (26.7.2013) frente a una estación de policía. Aunque la explosión en el área portuaria de La Goulette no dejó heridos, el suceso es percibido como indicio del agravamiento de la crisis política en el país magrebí. “La explosión fue tan fuerte como un terremoto”, relataba un vendedor de pescado que vive cerca de la estación de policía en cuestión y cuyo automóvil se vio severamente dañado por el estallido.

La bomba fue un inquietante preludio de la sepultura de Mohamed Brahmi, un conocido diputado opositor asesinado este jueves 25 de julio, un día después que Mosmari en Libia. Los ánimos están caldeados en Túnez desde que se supo sobre su muerte. Brahmi, coordinador general de Movimiento Popular, un partido que se autodefine como de izquierda y laico, fue enterrado este sábado (27.7.2013) bajo fuertes medidas de seguridad. Muchos tunecinos han protestado por la violencia política y la inseguridad general que se registra en las calles del país; un fenómeno del cual culpan a los islamistas moderados que llevan las riendas del Gobierno desde las elecciones generales del año 2011.

¿Apagando el fuego con fuego?

El político opositor tunecino Mohamed Brahmi, asesinado el 25 de julio, fue enterrado este sábado (27.7.2013) bajo fuertes medidas de seguridad.
El político opositor tunecino Mohamed Brahmi, asesinado el 25 de julio, fue enterrado este sábado (27.7.2013) bajo fuertes medidas de seguridad.Imagen: Reuters

Las manifestaciones pacíficas de indignación culminaron cuando alborotadores incendiaron varios edificios en Túnez, incluyendo algunas sedes del partido de Gobierno, En Nahda. Bajo presión para esclarecer el homicidio de Brahmi, el ministro de Interior tunecino, Lotfi Ben Yeddu, atribuyó el asesinato de Brahmi a Boubaker al Hakim, quien está acusado de pertenecer a una célula de la red terrorista Al Qaeda y de traficar armas entre Libia y Túnez. Según Yeddu, al Hakim usó el mismo tipo de arma empleada para matar al líder opositor Chokri Belaid en febrero.

El presidente de Túnez, Moncef Marzuki, decretó un día de luto con miras a apaciguar a sus opositores; pero éstos no se aquietan. Al contrario, muchos de ellos han apoyado la huelga general convocada por la confederación sindical UGTT para protestar por los asesinatos de Brahmi y de Belaid. “Los autores de ambos hechos deben ser localizados rápidamente y llevados ante la Justicia”, comentó la canciller alemana, Angela Merkel, al enterarse de la muerte de Brahmi, conocido adversario de los islamistas tunecinos.

Los acontecimientos que sacuden a los países del Magreb sugieren que el gran reto de los Estados recién liberados de longevas dictaduras es poner fin a la violencia atizada por diferencias políticas o confesionales. Observadores internacionales coinciden en que este es un requisito indispensable para que las distintas fuerzas políticas, sean éstas laicas o no, se sienten a negociar, no solamente la periodicidad de las elecciones, sino las reglas generales del juego democrático y el comportamiento que todos los partidos deben tener cuando asumen el poder, independientemente de las proporciones de los grupos sociales que los apoyan.

ERC/RML ( dpa / AP / Reuters )