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Conservación creativa

Tamsin Walker / lab2 de septiembre de 2014

Conforme crece la población de personas, se suceden las luchas entre humanos y animales por el espacio y recursos en algunas regiones. Organizaciones ecologistas tratan de evitar esto con ideas creativas.

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Imagen: Dr Lucy King, www.elephantsandbees.com

Cuanta más gente hay en el mundo, mayor es la necesidad de terrenos para la agricultura. No obstante, en zonas donde grandes felinos y elefantes viven en libertad, esta convivencia puede suponer elevados costes para los agricultores. Sus ingresos dependen de su capacidad para evitar que los animales salvajes ataquen su ganado. Pero esto es inevitable: el instinto de los animales es de supervivencia, y por eso van allí donde pueden saciar su hambre.

En estas circunstancias, no es difícil imaginarse el sangriento conflicto que se genera con la invasión de enormes paquidermos que destrozan todo a su paso, o de leones merodeadores en busca de alimento. Lo que sí es difícil es encontrar soluciones que protejan tanto a los agricultores y a sus tierras como a las especies en peligro de extinción. Difícil, pero en ningún caso imposible. Una ingeniosa idea que no solo evita estos conflictos, sino que además genera un constante flujo de ingresos para los sujetos involucrados, es el llamado Proyecto Elefantes y Abejas (“Elephants & Bees Project”). Lucy King, socia investigadora del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, sabía que los elefantes se ponen nerviosos alrededor de las abejas africanas y sus movimientos irregulares, y aprovechó este hecho para crear una estructura de bajo coste para salvar las cosechas de la destrucción de los paquidermos.

Una verja de abejas

Tras trabajar durante años con agricultores keniatas en diferentes ideas, King tuvo la idea de crear un cercado apícola, que ella misma describe como un grupo de colmenas en movimiento en diferentes niveles. “No están diseñadas para ser estacionarias”, explica la experta a Global Ideas, “de modo que el cercado es una especie de barrera ruidosa, brillante y oscilante que rodea toda la granja”. El enfoque de King es perfecto para los elefantes, animales que están acostumbrados a la uniformidad y que son capaces de aprender a atravesar barreras eléctricas estables. La idea ha tenido tanto éxito que el Servicio Keniata de Vida Salvaje (KWS, por sus siglas en inglés) ha incluido esta inusual verja en su plan de acciones para los próximos 20 años. Esto significa que este tipo de construcciones se levantará más a menudo alrededor de pequeñas granjas, y más agricultores locales se beneficiarán de ello.

KING beehive fence line with Lucy
La zoóloga Lucy King ha trabajado durante muchos años con agricultores locales para establecer verjas apícolas que mantengan a los elefantes hambrientos fuera de sus huertas.Imagen: Dr Lucy King, www.elephantsandbees.com

“Otra ventaja de las abejas es que crean una segunda fuente de ingresos para los agricultores”, dice King. “De ellas se obtiene miel y cera para producir velas, y además, gracias a ellas, también se espera un aumento de producción en las cosechas; no solo porque los elefantes ya no las destrozarán, sino también por el incremento de polinización de las flores y plantas en las huertas”.

‘Bombas de chile’ para detener a los elefantes

El Proyecto Elefantes y Abejas no es el único ejemplo de introducción de una tercera especie para conseguir una convivencia pacífica entre humanos y animales. Otros proyectos no letales incluyen la introducción de perros pastores anatolios en granjas de Namibia donde el ganador es presa fácil de grandes depredadores.

Según la fundación Cheetah Conservation Fund (CFF), el uso de estos perros, que durante 6.000 años han protegido ovejas del ataque de lobos en Turquía, está teniendo el efecto deseado, tal y como demuestran informes en los que se registra una menor cantidad de pérdidas.

Entretanto, los agricultores de Zambia experimentan con bombas de chile para evitar que los elefantes destruyan sus huertas: mezclan excrementos de elefante con chile en polvo y agua para producir lo que técnicamente se puede considerar una “bomba de chile”. Una vez secos, estos proyectiles se encienden con carbón candente y se colocan estratégicamente alrededor de los campos que se desean proteger, donde se queman poco a poco durante horas. El olor que despiden es lo suficientemente fuerte como para ofender las sensibles trompas de los elefantes y hacerles mantener las distancias.

Aunque actualmente resulta costoso adquirir el chile necesario para la mezcla, ONG locales trabajan con la fundación World Wildlife Fund (WWF) para producir las bombas, y eventualmente convertirlo en un negocio lucrativo.

Mantener la diversidad biocultural

Beth Kaplin, directora del Centro de Ecología Tropical y Conservación en la Antioch University, en Nueva Inglaterra, describe estas soluciones que mantienen la funcionalidad del sistema ecológico a la vez que atiende las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos como ejemplos de diversidad biocultural.

“Tiene que darse una estrecha colaboración con las comunidades, no se trata simplemente de traer estrategias desarrolladas en Occidente”, comenta Kaplin para Global Ideas. “Por ejemplo, podría surgir una idea con una especie muy importante en una cultura particular, que se podría usar para concienciar a la gente sobre la conservación”.

Kaplin menciona los “Lion Guardians”, o “Guardianes de los Leones”, un grupo de trabajadores en Tanzania y Kenia que se ocupa de transformar la tradición local de matar leones en situaciones de conflicto en una actitud de reverencia hacia estos animales. Los líderes del proyecto trabajan con guerreros Maasai, que tradicionalmente mataban leones en sus papeles como protectores de la comunidad, para ayudarles a entender el valor cultural, turístico y ecológico del depredador.

Los guerreros Maasai mantienen su papel de liderazgo, pero ahora protegen tanto a su gente como a los animales que la amenazan. Trabajan con agricultores para reforzar barreras de espino conocidas como “bomas”, les ayudan encontrar cabezas de ganado pérdidas y monitorean los movimientos de los leones con el fin de informar a los granjeros sobre las áreas de pastoreo que deben evitar. En 2011, los Guardianes ayudaron a reforzar 244 “bomas”, de las cuales el 99 porciento tuvieron éxito a la hora de evitar invasiones de leones. En 2010 y 2011, ayudaron a encontrar más de 12.000 cabezas de ganado perdido.

“Hay muchos enfoques interesantes ahí fuera ahora mismo”, continúa Kaplin. “Todavía son bastante nuevos, de modo que necesitamos un programa de monitoreo a largo plazo, pero creo que lo que estamos viendo es muy prometedor, y siento que tiene mucho futuro”.