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G-20: un club para irradiar buena onda

28 de junio de 2010

Aunque las cumbres de Toronto fueron opacadas por el fervor futbolero de la confrontación germano-inglesa en los campos de Sudáfrica, los editorialistas europeos no pasaron el tema por alto.

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El primer ministro de Canadá, Stephen Harper, y su esposa Laureen, charlan con la canciller alemana Angela Merkel.Imagen: AP

Le Figaro, de París: "Las Cumbres G-20, desde Londres hasta Pittsburgh, han obligado a los grandes de este mundo a la unidad y a la solidaridad, a pesar de todas las diferencias. Esas cumbres siempre tuvieron lugar en medio de tensiones extremas. Como cuando el sistema financiero amenazaba con colapsar y se cernía la amenaza global de una recesión. Entonces se anunció, con toda la seriedad del caso, la regulación del sistema para acabar con el llamado 'capitalismo de casino'. Ahora, un año más tarde, el pavor de la serie de bancarrotas bancarias se aleja y, poco a poco, los mercados se recuperan. De esa unidad jurada aquella vez quedan sólo restos."

Control vs ahorro: diferencias de fondo

El País, de Madrid: "La cumbre del G-20 en Toronto ha optado por no ahondar en la división estratégica que existe entre la visión europea sobre la crisis (estabilidad y reducción drástica de los déficits públicos) y la concepción económica de la Administración de Obama, partidaria de mantener los programas de inversión e inquieta ante la retirada precipitada de los estímulos públicos.

En Toronto se ha concedido libertad a los países para implantar la tasa bancaria (impuesta ya por Estados Unidos y que en Europa quieren aprobar Alemania, Reino Unido y Francia) y se ha recurrido a un subterfugio para encubrir las abismales diferencias de criterio entre Europa y EE UU: la consolidación fiscal se ajustará a las circunstancias de los países. El forcejeo para conseguir un acuerdo entre los países miembros que comprometiera a los más desarrollados a reducir el déficit público a la mitad el año 2013 revela las diferencias de fondo entre Europa y EE UU.

Es muy importante que los países emergentes estén implicados en las decisiones sobre la crisis financiera y tomen conciencia de su papel creciente como motores de la economía mundial. Pero hay que recordar que está vinculada a dos objetivos principales: la recuperación del crecimiento y del empleo y la prevención de crisis financieras como la actual. "

Más limitaciones que la UE

Nepszabadsag, de Budapest: "Es lógico que se hayan puesto de acuerdo en reducir los déficits fiscales, pero lo hicieron guiados por lo que Gorbatchov alguna vez llamara la ‘doctrina Sinatra', según la cual, cada uno puede escoger su camino.

Cada país podrá decidir entonces, por cuenta propia, si se impulsa o no la coyuntura, porque, al fin y al cabo, ni los economistas ganadores del premio Nobel se ponen de acuerdo. El G-20 empieza a parecerse a la Unión Europea. Sólo que el G-20 tiene aún más limitadas posibilidades que Bruselas, ya que tiene que coordinar sus políticas con los más diversos países que además, se encuentran en diferentes estadios de desarrollo. En el caso del G-20 que reúne a países como Canadá y Sudáfrica, no es comprensible por qué los bancos en Ciudad del Cabo tendrían que pagar un impuesto extraordinario, sólo porque el Lehman Brothers quebró en Nueva York hace dos años."

Regreso al estadio anterior

Handelsblatt, de Düsseldorf: "El G-20 es una alianza de la crisis. Sin crisis este grupo de las economías más importantes del mundo muestra lo que es: una agrupación de diferentes naciones con muy diferentes intereses. Aunque la globalización tiene lugar en el mismo planeta, el efecto en cada país es distinto, debido a que éstos se encuentran en diferentes fases de desarrollo.

Así que en Canadá se decidió, silenciosamente, regresar al estadio anterior a la crisis, con el G-7 y G-8 como los gabinetes en donde se resolvían los problemas de la cooperación internacional y el G-20 como club para filosofar, irradiar buena onda y emitir solicitudes de buena voluntad."

Autor: JOV

Editora: Emilia Rojas