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España ya no es ejemplo para América Latina

José Ospina-Valencia
12 de octubre de 2017

La crisis generada por el independentismo catalán ha sacado a la luz los males del sistema español, y dejado en evidencia la ineptitud de las clases políticas y su incapacidad de diálogo. Una mirada desde América Latina.

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Estatua de Cristobal Colón en la Plaza del Portal de la Pau, Barcelona, España.
Estatua de Cristobal Colón en la Plaza del Portal de la Pau, Barcelona, España. Imagen: picture alliance/dpa/akg-images/D. Borland

"Sin valorar si tienen razón o no, los independentistas catalanes han hecho un gran trabajo para ganar simpatías por fuera y dentro de España: provocar para auto-victimizarse. Y el Partido Popular en el Gobierno, con su torpe conducta, les ha hecho las cosas más fáciles”, dice a DW Miguel Gomis Balestreri, politólogo de la Universidad francesa Sciences-Po, especializado en Iberoamérica.

"El resultado lo vemos en la postura de muchos latinoamericanos que ahora se solidarizan con la queja catalana, sin importarles gran cosa el trasfondo del conflicto”, agrega Gomis. Sin mencionar las clases de manejo de la inconformidad popular dictadas por el presidente de Venezuela al Gobierno de Rajoy.

"Cierto es”, dice por su parte, a DW, Benjamín Herrera, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Colombia, que "si bien el nacionalismo catalán, como otros en España, no son algo nuevo, el franquismo y los rezagos de este en la política del gobernante Partido Popular, en cabeza de José María Aznar (1996-2004) y Mariano Rajoy (desde 2011), han exacerbado el radicalismo en Cataluña del que en buena parte se ha nutrido el independentismo”.  Y eso, a pesar de que fue gracias a los independentistas que Aznar pudo asumir, por lo menos, su primer período de gobierno.

Un detalle que los separatistas callan. Hablando solo del siglo XX, y exceptuando el tiempo de la dictadura de Francisco Franco,  "tanto el nacionalismo vasco como el catalán han aprovechado las  estructuras políticas en una alianza con las élites económicas, regionales y del gobierno nacional de España, aprovechando su debilidad, en búsqueda de un Estado para lo que ellos definen como nación”, explica Gomis Balestreri, director de la Corporación de Estudios Políticos Aplicados (CEPOA), con sede en Colombia.

La Constitución en la mira

La Carta Magna de España, que este 11 de octubre ha sido puesta casi a disposición, tiene un aspecto singular que no tiene ni la Ley Fundamental de la Alemania federal:  flexibilidad. "La Constitución de España es como un menú donde las comunidades pueden ir aceptando y asumiendo competencias, de acuerdo a sus necesidades”, explica Gomis, y prosigue: "durante los últimos 30 años la entrega de competencias ha llegado a un límite financiero inaceptable para el Estado, por lo que los últimos gobiernos, incluido el de los socialistas, han frenado ese proceso”. 

En el caso catalán, destaca Gomis, "este sistema funcionó a las mil maravillas, hasta cuando los políticos corruptos ya no podían regresar a Barcelona con concesiones de Madrid bajo el brazo”.  Así, una vez terminada la fiesta, en Cataluña se empezaron a hacer las cuentas de los costos en voz alta. Entonces "la solidaridad con otras regiones de España se convirtió en tema del reclamo independentista”, a pesar de que el bienestar catalán también se le debe a la solidaridad de los demás europeos, incluidos los españoles de otras regiones.

¿Solo un malentendido semántico entre españoles?

Corte Constitucional de España, con sede en Madrid
Corte Constitucional de España, con sede en MadridImagen: Reuters/J. Medina

"Sin justificar ni las triquiñuelas del Gobierno catalán ni la rigidez legalista de Madrid, y menos la violencia, ninguna de las partes en España ha demostrado, hasta ahora, ser capaz de poder manejar la situación”, acota Herrera, también sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, quien además agrega, que la "estrategia del avestruz” aplicada tradicionalmente por Rajoy, dan la imagen de una España superada por sus propios problemas.

¿Es esa ineptitud de reconocer, aceptar el problema y buscar una solución, acaso parte de la cultura política española? Según el profesor Herrera, esa postura es incluso "histórica” y trae a cuento el discurso oficial de España con motivo de la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América: "Mientras España hablaba de ‘Encuentro de dos civilizaciones' para nosotros los latinoamericanos siempre ha sido claro que se trató de la destrucción de varias civilizaciones a manos de un poder que estaba consolidándose en la península ibérica”.

Carles Puigdemont presentó este 10 de octubre el último acto de ese juego de la interpretación semántica.  Así, el único diálogo que ha parecido posible en España es el de sordos: los unos dicen que hay que respetar la Constitución y otros que hay que superarla. Con todo, tanto para Miguel Gomis Balestreri como para Benjamín Herrera, España ha llegado a un punto en el que necesita una Constitución Federal. Ambos concluyen que, en cuanto a Madrid como referente para las democracias de América Latina, "España hace rato que dejó de ser un ejemplo”.

José Ospina-Valencia (mn)