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Contra las Maras, "la policía no es la solución"

Martin Reischke
3 de enero de 2017

Nayib Bukele, de 35 años, se enfrenta al reto de gobernar una de las ciudades más violentas del mundo. En entrevista con DW, explica su enfoque de combate a la violencia, y descarta una posible candidatura presidencial.

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San Salvador Oberbürgermeister Nayib Bukele
Nayib Bukele, alcalde de San SalvadorImagen: Ludwig Ross

Con sus muy altos índices de violencia, San Salvador es considerada como una ciudad ingobernable. ¿Usted está de acuerdo?

No es ingobernable, pero es cierto que es una de las ciudades más inseguras y violentas del mundo. El país en general es uno de los países más violentos del mundo. Estamos a niveles de países en guerra, a pesar de que no hay una guerra, por lo menos no una guerra oficial.

¿A qué se debe esta violencia extrema?

Cuando alguien asesina a alguien, puedes pensar que esta persona es violenta o es un sociópata. Pero cuando tienes miles de jóvenes que entran a las pandillas, ya no es un fenómeno de sociopatía, sino que es un fenómeno social. ¿Cuántos hijos de personas ricas son miembros de pandillas? Cero. ¿Por qué? ¿Son mejores personas las personas con dinero? ¡Obviamente que no! Es un fenómeno social. Y la violencia es la consecuencia del fenómeno social de las pandillas.

…que en el pasado siempre se ha tratado de combatir con políticas de represión.

Tienes que atacar la causa estructural que generó esta violencia. Si tú tienes un dolor de cabeza y te tomas una aspirina, la aspirina probablemente te quita el dolor de cabeza. Pero a nadie le da dolor de cabeza por deficiencia de aspirina. Entonces, si realmente quieres curar el dolor de cabeza, sobre todo si es algo más grave como un tumor, no lo vas a curar tomando un montón de aspirina. Nosotros en El Salvador hemos querido curar nuestro tumor en la cabeza que nos causa dolor con un frasco de aspirina entero. Y ahí llegamos al punto donde no importa la cantidad de aspirina que tomemos, el dolor no se va. Es más, nos estamos tomando cantidades industriales de aspirina: policías en la calle, negocios con hombres con una escopeta en la puerta. La cantidad de aspirina que estamos metiendo al sistema ya debería de habernos demostrado que no nos va a solucionar el dolor de cabeza.

Entonces, ¿cómo se quita el dolor de cabeza?

Nadie está en contra de la aspirina, nadie está en contra de las policías, al contrario, pero evidentemente eso no es la solución. La solución es cambiar la estructura social que generó la violencia, y la violencia se generó por la desigualdad y la exclusión a la que ha sido sometida la población toda la vida.

Uno de sus planes políticos es la recuperación de la ciudad, empezando por el Centro Histórico. Quiere remodelar los históricos parques y plazas del centro, utilizando materiales costosos como mármol o granito. ¿Por qué se está gastando tanto en esto?

En la Antigua Grecia o la Antigua Roma, lo público era lo más bonito, porque lo público es la herencia social, es de todos. En Latinoamérica se ha dejado lo público como lo más feo, lo que tiene que ser lo más barato, y lo privado lo más bonito. Queremos cambiar esta cultura, queremos que los espacios públicos sean de calidad en toda la ciudad. Esto no nos va a convertir en un país sin violencia, pero ya vamos en un paso más.

Policías de El Salvador
La policía es parte de la solución, pero no la solución completa, dice Bukele.Imagen: picture-alliance/dpa/O. Rivera

Entonces, ¿es un programa de inversión en obras públicas e infraestructura?

La infraestructura sola sí genera un cambio, pero el cambio es pequeño. Pero también genera un cambio psicológico. Si la infraestructura va acompañada con un cambio de pensamiento de la gente, eso sí genera un cambio real. La última semana inauguramos la primera biblioteca de lectura en la ciudad. Es un lugar bonito, tiene WI FI, las personas pueden llevar su tablet y hay 60 computadoras. La psicología de la gente debe de cambiar, en el sentido de que nos merecemos cosas buenas.

Como alcalde con un mandato de tres años necesita resultados rápidos. ¿Cómo puede desarrollar proyectos que tal vez den frutos en diez, 20 años sin que la población se desespere?

Si bien no hemos resuelto los problemas ni por cerca y no los vamos a resolver en tres años, la gente ha visto que se ha avanzado en muchas cosas. Y esto te va ganando tiempo para que los programas más ambiciosos vayan dando frutos. Lanzamos el inicio del cable eléctrico subterráneo en el Centro Histórico. La zona más abandonada y descuidada, donde nadie ha invertido ni un centavo, va a ser la primera zona pública donde el cableado es subterráneo. Queremos demostrar que se puede rescatar el centro.

Con apenas 35 años, Usted es considerado como el alcalde de los jóvenes, fueron ellos los que le hicieron ganar las elecciones. ¿Cómo se refleja esto en su política?

Antes, ser skater, hacer break dance o hiphop era considerado como subcultura. Ahora la alcaldía tiene un departamento que ve todos estos tipos de expresiones urbanas que antes eran consideradas como cuasi-delincuenciales, y las fomenta. La alcaldía incluye y apoya a los jóvenes, no los ve como delincuentes y parias de la sociedad.

 

Bukele descarta una posible candidatura a la presidencia. ¿Por que? Siga leyendo

¿Cómo reacciona la gente mayor que siempre han pedido políticas de mano dura?

La gente ya mayor ve que no llegamos con malas intenciones. No estamos en contra de las cosas que ellos pueden considerar básicas para su vida. No hablamos en contra de la religión, de las buenas costumbres, de los valores y principios. Todo lo contrario: resaltamos los buenos valores y principios. Y el hecho de que no estigmatizamos a su nieto porque tenga un tatuaje o porque le gusta la patineta, al principio lo puede ver mal, pero cuando se da cuenta de lo que estamos haciendo es incluyendo a su nieto en lugar de estigmatizarlo y empujarlo hacia las pandillas, se va a dar cuenta que funciona mejor esta forma.

Vista de San Salvador
Gobernar San Salvador, un reto enormeImagen: Getty Images/AFP/J. Cabezas

Su idea de una alcaldía fuerte que provee muchos servicios públicos va muy en contra de la posición tradicional de gran parte de la élite empresarial del país. ¿Cómo se relaciona con este sector de la sociedad?

Es el costo que nos toca a pagar. No son todos los empresarios, hay muchos empresarios progresistas que entienden que incluso egoístamente les conviene un país próspero para sus propios negocios. Pero sí: En El Salvador hay una oligarquía, existe desde el tiempo de la Colonia. Luchar contra estos poderes fácticos trae costos altos: políticos, económicos, mediáticos. Hasta ahora lo hemos logrado sortear, y la gran mayoría de la población nos apoya. Sí nos hemos ganado un par de adversarios, pero creo que vale la pena, porque no se pueden cambiar las cosas si seguimos haciendo lo mismo.

La Prensa Gráfica, uno de los principales periódicos del país, le ha acusado de haber dirigido ataques digitales en contra de ellos, y la fiscalía está investigando el caso.

Creo que el sistema se autoprotege. Cuando vienes y quieres cambiar el sistema, lo normal es que el sistema te ataque. Que ellos nos critiquen, no deja de darnos una brújula que estamos haciendo algo bien.

Sin embargo, incluso el Gobierno central, aunque del mismo partido, muchas veces no comparte sus posiciones políticas.

Hemos tenido fricciones con el Gobierno. Cuando acabamos de recuperar el área más peligrosa del centro, hicimos un concierto. Llevamos a una orquesta sinfónica de niños y dijimos: 'No venimos con armas, sino con música.' Unos días después en el mismo lugar el Gobierno montó un despliegue militar, llevaron tanques, soldados, policías y dijeron: 'Vamos a militarizar la zona para garantizar la seguridad de la ciudadanía, porque esta es zona de peligro.' Entonces tuvimos que dar una postura pública de que estamos en contra de lo que el Gobierno estaba haciendo para que la gente tuviera claro que no éramos nosotros los que habíamos llegado con las armas, sino que ha sido el Gobierno central.

Miembro de la Mara 18
El de las pandillas es un problema social, dice el entrevistadoImagen: picture-alliance/dpa/EFE/R. Escobar

En el pasado han habido varias situaciones en las que Usted tomó una posición diferente de la posición del Gobierno central. El FMLN lo apoyó durante la campaña electoral y lo sigue apoyando. ¿Usted apoyaría al Frente de forma incondicional?

No, eso es imposible, nadie apoya nada incondicionalmente, ni ellos a mí, ni yo a ellos.

¿Por qué no funda su propio partido?

Es imposible. El Salvador es un país bipartidista desde hace 30 años. Es un país altamente polarizado entre un partido y el otro, y además de esto, las estructuras partidarias cuestan decenas de millones de dólares. Ni siquiera es una posibilidad utópica, es totalmente imposible.

Como alcalde capitalino tiene mucha visibilidad en todo el país.

Si bien la alcaldía no tiene tanto poder real, sí tiene un gran micrófono que incluso se oye más allá de la capital. Hemos usado mucho este micrófono para defender los proyectos que estamos haciendo y criticar los proyectos que sentimos que van en contra de la visión que tenemos para tratar de reconstruir el tejido social. Y lo hemos hecho muchas veces en contra del Gobierno aunque somos del mismo partido político.

El micrófono sería aún más grande si Usted fuera Presidente. ¿Le parece una opción interesante?

No creo que haya ningún político que corra para cargos públicos que no le parezca interesante ser Presidente. Claro que es atractivo.

¿Quiere lanzarse como candidato presidencial para las elecciones en el 2018?

Lo veo imposible. El problema no es que no quiera o que yo lo rechace porque no me parece atractivo, o porque el micrófono lo estoy despreciando, simplemente por la partidocracia del país lo veo prácticamente imposible. Mis mismas críticas constantes al partido, aunque son menores que mis defensas a él, en un país arcaico e intolerante a la crítica y partidista, no dejan de ser inhabilitantes para una elección de Presidente.

Entonces, ¿busca un segundo mandato como alcalde?

Creo que vamos a ir a la reelección, porque tal vez en tres años no podremos hacer todo lo que queremos, y en seis sí. En el futuro no creo que le dedique toda mi vida a la función pública.