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El país vulnerable

4 de febrero de 2011

El cambio climático obsequia a Colombia con calor extremo e inundaciones a partes iguales. El gobierno hace propaganda de su política medioambiental en el extranjero. Un autobombo fuera de lugar, según los ecologistas.

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Un deslizamiento de tierras sepultó en diciembre de 2010 decenas de casas en Colombia.Imagen: AP

La situación resultó paradójica: en diciembre de 2010, el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, pretendía viajar a México para debatir los pasos a seguir contra el cambio climático en la Conferencia del Clima de la ONU en Cancún. Pero justamente fue el cambio climático el que le impidió viajar hasta la ciudad mexicana. Santos tuvo que quedarse en Colombia y decretar el estado de emergencia. En su país había llovido con una intensidad no vista desde hacía cuarenta años. Con terribles consecuencias en forma de crecidas de los ríos y corrimientos de tierra que arrastraron consigo a seres humanos hacia la muerte. La culpa la tuvo, según los meteorólogos, un episodio especialmente fuerte, largo y persistente del fenómeno climático de El Niño en el Pacífico ecuatorial. A principios de 2010, Colombia padeció una ola de calor que desembocó en una aguda escasez de agua y desencadenó incendios forestales.

Salento, Kolumbien
Los bosques y la diversidad: en Colombia viven el 10% de todas las especies vegetales y animales del mundo.Imagen: CC/Mentat Kibernes

Páramos amenazados

El gobierno colombiano prevé que, en algunos lugares, las temperaturas asciendan en los próximos diez años entre dos y cuatro grados. Una amenaza, la del calentamiento, especialmente grave para los "páramos", pantanos altos con un delicado ecosistema. "Estimamos que el 75% de los páramos desaparecerán si las temperaturas siguen en ascenso", explica Gustavo Ampugnani, coordinador de Greenpeace para Latinoamérica. Temperaturas en ascenso que ya han provocado que los glaciares andinos del país hayan menguado de forma considerable.

Kolumbien Präsident Alvaro Uribe
Álvaro Uribe: el anterior presidente colombiano consideraba a su país un paraíso de las políticas medioambientales.Imagen: AP

La escasez de agua y la sequía tienen consecuencias para el suministro de agua y la producción de electricidad del país: unos pocos ríos abastecen de agua al 70% de la población. Y Colombia genera hasta un 85% de la electricidad a partir de energía hidráulica. Para la costa del Océano Pacífico, en cambio, el gobierno espera un aumento de las precipitaciones y un ascenso del nivel del mar de 40 centímetros hasta el año 2060.

¿Colombia, potencia medioambiental?

Contra ello, el gobierno colombiano ha dado pasos en materia medioambiental de los que se jacta en el extranjero. En el marco de la Conferencia del Clima de Copenhague de 2009, Álvaro Uribe, presidente entre 2002 y 2010, llegó incluso a describir a Colombia como paraíso del medio ambiente, un país con ideas inteligentes. En el marco del programa de protección forestal "Guardabosques", por ejemplo, 66.000 familias recibieron dinero por no talar el bosque para destinar el terreno a plantaciones de coca. Según los datos del gobierno, cada año desaparecen 200.000 hectáreas de bosque que son víctimas de las plantaciones de coca. Las grandes urbes, afectadas por los atascos y el esmog (niebla mezclada con humo y partículas en suspensión), apuestan por conceptos de movilidad inteligentes: Bogotá ha ampliado el servicio de autobuses y ahorra con ello 300.000 toneladas de CO2 anuales. También Cali, Pereira y Medellín cuentan con nuevas estrategias para sus servicios de autobús y metro. En Medellín, además, seis líneas de teleférico tienen como objetivo permitir un acceso más rápido al metro a los habitantes de las barriadas ubicadas en la parte alta del Valle de Aburrá.

Pero el gran argumento del gobierno en materia de política medioambiental lo constituyen los combustibles agrícolas, cuyo desarrollo sigue impulsando Juan Manuel Santos, candidato y hombre de confianza de Uribe. Colombia apuesta por carburante ecológico a partir de aceite de palma, así como etanol de caña de azúcar, del cual Brasil se ha convertido en el mayor productor de Latinoamérica. El gobierno reitera, una y otra vez, que no se talará selva ni se destinará superficie de cultivo a los combustibles agrícolas. Un certificado propio debe ser el encargado de dar fe de ello.

Seilbahn, Kolumbien
Ciudades como Medellín han mejorado el transporte urbano a través de los teleféricos.Imagen: DW

Críticas de los grupos ecologistas

Pero los ecologistas colombianos critican con dureza a su gobierno: mientras Colombia se muestra como país ejemplar en materia medioambiental de cara al exterior, de puertas para adentro no cumple con sus pretensiones. "Existen graves contradicciones entre el discurso y la realidad nacional", explica en un análisis Tatiana Roa, de la organización Censat. "La cuestión medioambiental apenas sí juega un papel a nivel público", añade Hilmar Ruminski, experta en Colombia de la Fundación Friedrich Ebert.

Es sabido que se tala bosque para destinar la superficie a los combustibles agrícolas. El Grupo de Trabajo Suiza-Colombia (ASK, por las siglas en alemán) habla de la plantación de "diversos miles de hectáreas de palmas aceiteras contra la voluntad declarada de los legítimos propietarios de la tierra" y de "la deforestación asociada de grandes superficies". Censat informa, asimismo, de talas vinculadas al continuo surgimiento de nuevos pastos para el ganado y superficies de cultivo.

Carbón y petróleo para el futuro

Juan Manuel Santos Wahlen Kolumbien
Las políticas medioambientales aún no figuran en su agenda: el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos.Imagen: AP

Pero las críticas van más allá. Porque, pese al declarado compromiso con la protección del medio ambiente, Colombia sigue apostando con fuerza por los combustibles fósiles como el carbón o el petróleo. Tras Rusia, Colombia es el segundo proveedor más importante para las centrales térmicas de carbón alemanas. Además, en Cerrejón, al norte del país, se encuentra la mayor mina de carbón a cielo abierto del mundo. Los yacimientos siguen siendo explotados y, según Censat, todo ello acompañado de la deforestación de grandes superficies. Además, hay planes para realizar perforaciones petrolíferas en el Caribe y en el área del Amazonas, entre otros lugares.

Una doble amenaza se cierne actualmente sobre la naturaleza en Colombia: la amenaza climática y la política. "La política medioambiental no ha experimentado ningún tipo de mejora bajo el mandato de Santos", resume Ruminski, quien añade: "quizás aún está por llegar, dado que en otras áreas como los derechos humanos Santos ha mostrado saber enfocar bien el problema. Sin embargo, desde el punto de vista político, hasta ahora no es posible vislumbrar una Colombia 'verde'".

Autor: Torsten Schäfer

Redacción: Emili Vinagre