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"El oro del Rin" es el petróleo de la sociedad capitalista

Rosa Munoz27 de julio de 2013

El oro del Rin, prólogo de la tetralogía El anillo del nibelungo, de Richard Wagner, se presentó en Bayreuth con puesta en escena del director berlinés Frank Castorf y dirección musical de Kirill Petrenko.

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Imagen: Bayreuther Festspiele/Enrico Nawrath

Se abre el telón. Aparece el Motel Golden, con su ondulante piscina azul, una cuerda para tender la ropa y una gasolinera en la esquina. Delante de ella, una señal de carretera indica que estamos en la Ruta 66. Las Hijas del Rin son vampiresas rubias con exceso de maquillaje. No hacen falta anteojos para apreciar los detalles: hay cámaras sobre el escenario que filman lo que ocurre, de tal manera que se pueden ver los rostros en primer plano, proyectados sobre una pantalla colocada sobre el escenario. Las imágenes tan grandes distraen al espectador.

El dios Wotan se parece a Jack Nicholson con gafas de sol. Coquetea con su esposa Fricka y con su cuñada Freia sobre una tumbona del hotel. Los gigantes Fasolt y Fafner irrumpen como motoristas con bates de béisbol y Erda, la madre tierra, aparece con vestido de lentejuelas y abrigo blanco de piel.

El estilo de la puesta en escena de Frank Castorf para “El oro del Rin“, perteneciente al ciclo operístico El anillo del nibelungo, de Richard Wagner, es fresco, desenfadado y llamativo. al estilo años 60. Dioses, ninfas, gigantes, enanos y otros seres inmortales se mezclan en esta historia de traición, lealtad, ambición, lujuria y poder. Las “modernas“ imágenes de Castorf ya tienen medio siglo de antigüedad, no provocan ni perturban. ¿Ha perdido Bayreuth su halo casi sagrado? Sí, desde hace tiempo.

Las “modernas“ imágenes de Castorf ya tienen medio siglo de antigüedad, no provocan ni perturban.
Las “modernas“ imágenes de Castorf ya tienen medio siglo de antigüedad, no provocan ni perturban.Imagen: Bayreuther Festspiele/Enrico Nawrath

Nada es lo que era

He venido 25 veces al festival de Bayreuth. Lo suficiente como para saber cómo ha cambiado el público durante estos años. Los viejos wagnerianos conservadores casi se han extinguido. Quienes acuden hoy día son más tolerantes, menos idólatras de Wagner y del culto a la Colina Verde, aunque aún haya que esperar varios años para conseguir una entrada. Wagner era antes como un sustituto de la religión y eso siempre estuvo bajo sospecha. Para bien o para mal, nos podemos despedir de la adoración casi mística al compositor.

El trabajo de Castorf permite ver los rostros de los personajes de lado, por delante y por detrás. Incluso el espectador puede seguir de forma paralela lo que ocurre en la cafetería de la gasolinera y en la habitación de hotel. Esta perspectiva supone un enorme enriquecimiento del aspecto visual, pero es contrario al concepto de Wagner, quien pensaba que el público debía fijar su atención en los personajes.

La proyección de imágenes estáticas y en movimiento no es nada nuevo. Christoph Schlingensief ya las utilizó (amplia y discrecionalmente), así como Stefan Herheim (de forma cautelosa). Las imágenes proyectadas son un elemento extraño a la acción que, a veces estimula la fantasía, y a veces la limita. ¿Es eso lo que Castorf desea transmitirnos? ¿Que las imágenes de nuestra época están determinadas por los medios? Esa sería, sin dudas, una contundente afirmación.

Las perspectivas poco usuales, son parte del concepto de Castorf.
Las perspectivas poco usuales, son parte del concepto de Castorf.Imagen: Bayreuther Festspiele/Enrico Nawrath

El debut de Castorf y Petrenko en Bayreuth

Muy entretenido resultó "El oro del Rin“. Se adapta bien a la obra de Wagner y le resta patetismo al original. Al final, solo hubo un abucheo. En general, el público reaccionó con un cálido aplauso. Había demasiados momentos divertidos como para ser desagradecido con la concepción escénica de Castorf. ¿Cuánto tiene que ver con el original? El director berlinés, provocador nato, se atiene a los parámetros de Bayreuth, no cambia ni reinterpreta en exceso, sino que subraya la trama sin meterse en asuntos peliagudos. Ya sabemos que “su“ Anillo versa sobre la economía basada en el petróleo, el oro de nuestro tiempo.

¿Y respecto a la música? Ulrich Burkhard en el papel de Mime y Günther Groissböck como Fasolt resultaron magníficos. El resto del reparto, por encima de la media. Wolfgang Koch como Wotan, algo soso. Eso puede cambiar en el resto de jornadas; aún queda mucho Anillo.

Kirill Petrenko debutó sin riesgos en Bayreuth.
Kirill Petrenko debutó sin riesgos en Bayreuth.Imagen: picture-alliance/dpa

En cuanto al director musical, Kirill Petrenko, el dramaturgo Patrick Seibert y la cantante Catherine Foster (Brunilda) están de acuerdo en que Petrenko ha trabajado cuidadosa y concienzudamente en los ensayos para debutar sin riesgos en Bayreuth. Su estrategia dio resultado. El director mantuvo acertadamente la tensión musical en “El oro del Rin“, que es una de las óperas “cortas“: solo dura dos horas y media. Utilizó las dosis adecuadas de grandilocuencia y estuvo comedido cuando era necesario. Al final del Primer Acto, hizo acto de presencia un ruido molesto, quizá procedente del público. Pero tengo más bien la sensación de que se había cambiado algo de la técnica escénica, lo que para Bayreuth es un auténtico sacrilegio, aunque la religiosidad wagneriana esté en vías de extinción.

Autor: Rick Fulker/MS

Editora: Rosa Muñoz Lima