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El legado que arrastran los nuevos comunistas

Bernd Gräßler (MS/DZC)6 de diciembre de 2014

Se han reorganizado, rebautizado y disculpado. Pero el pasado persigue a La Izquierda, que desde el viernes preside el estado federado de Turingia. El fantasma de la Stasi salió a relucir en el debate.

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Imagen: picture alliance/dpa

Sin Frank Kuschel, diputado del Parlamento regional del estado de Turingia, no hubiera tenido sentido la votación de este viernes (05.12.2014) para elegir al nuevo ministro presidente, pues la coalición formada por La Izquierda (Die Linke, en alemán), los socialdemócratas y Los Verdes solo disponía de un voto de margen para hacerse con el gobierno de la región. El problema es que Frank Kuschel, de 53 años, trabajó como miembro no oficial de la Stasi durante los tiempos de la RDA. Kuschel, que entonces era conocido con el nombre en clave de "Fritz Kaiser", fue catalogado por una comisión ética en 2006 como "no digno del Parlamento".

Los votantes otorgaron en su día el 28 por ciento de los votos a la lista presentada por La Izquierda, con Kuschel ocupando en ella el octavo lugar. Pero la sombra de la Stasi se ha ido haciendo cada vez más alargada, extendiéndose incluso hasta el cabeza de lista, Bodo Ramelow, quien, por cierto, procede de la Alemania occidental. El presidente del país, Joachim Gauck, formuló públicamente la pregunta sobre si es digna de confianza La Izquierda que estará al frente de Turingia y hasta qué punto está lejos la formación política de las prácticas represivas de la RDA.

El pasado no es un secreto

Una de las líderes de La Izquierda, Katja Kipping, está convencida de que su partido es digno de confianza, incluso con la presencia en sus filas del antiguo agente "Fritz Kaiser", puesto que Kuschel nunca mantuvo en secreto su pasado, sino que ha dado cuenta pública de sus actos. Kipping señala que ya el partido predecesor de La Izquierda decidió a principios de los 90 que cualquier miembro que quisiera ocupar un cargo político debía hacer pública cualquier actividad que hubiera podido tener al servicio de la Stasi.

Kipping cree que su partido no ha tenido fácil lidiar con el legado indeseable del pasado, que ahora también supone una carga para las nuevas generaciones. "Creo que para que la izquierda alemana tomara impulso lo mejor era no eludir el pasado y asumir la responsabilidad de lo sucedido", dice, pero no menciona que a ese legado también pertenecen bienes inmobiliarios y activos financieros. Kipping dice sentir un "gran respeto" por aquellos que entonces se quedaron en el partido, "porque eran la verdadera izquierda, la que no se doblegó ante el capitalismo."

Un tercio procede del oeste

En diciembre de 1989, el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED, por sus siglas en alemán), que había gobernado la RDA, anunció una ruptura con el estalinismo, despidió a la vieja dirección del partido y se disculpó por las injusticias cometidas. De los 2,3 millones de miembros del SED, quedaron alrededor de 220.000. No se sabe cuántos de ellos siguen siendo miembros hoy día, pero sí se sabe que alrededor de un tercio de los actuales procede de estados que formaban parte de la antigua Alemania occidental.

Katja Kipping, que nació en Dresde y estudió Filología Eslava, cree en la capacidad de cambio de la gente. No siente nostalgia por el pasado y está "completamente de acuerdo" en que la RDA era un "Estado injusto". Esa declaración por parte de La Izquierda fue exigida por socialdemócratas y Los Verdes como contrapartida a su apoyo a un ministro presidente de La Izquierda en Turingia. Hasta ahora, los poscomunistas se habían referido a la RDA de manera un poco más suave: un Estado en el que "también" ocurrieron "graves injusticias". Bodo Ramelow es ya el nuevo presidente de Turingia y ha asegurado que ningún exempleado de la Stasi hará carrera política en su Gobierno. "Fritz Kaiser" se quedará como un simple diputado.

Katja Kipping, de La Izquierda, está convencida de que su partido es digno de confianza.
Katja Kipping, de La Izquierda, está convencida de que su partido es digno de confianza.Imagen: picture-alliance/dpa/L. Schulze