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El legado de la Carta Magna

Kate Brady (ER/ELM)15 de junio de 2015

Hace 800 años se firmó en Inglaterra la Carta Magna, considerada hasta el día de hoy un hito en la historia de la democracia moderna.

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Celebración de los 800 años de la Carta Magna, en Runnymede.Imagen: Reuters/C. Jackson

Ocurrió en la localidad de Runnymede, en el condado inglés de Surrey: el 15 de junio de 1215, el rey “Juan sin Tierra” tuvo que ceder a la presión de los nobles y firmó la Carta Magna, un documento que le impusieron los barones que se habían rebelado en su contra.

La Carta Magna, o Carta Magna de las Libertades, era un tratado de paz, que no se mantuvo por mucho tiempo. Sin embargo, su influencia sigue siendo perceptible. Desde ese momento, el rey ya no reinó por “gracia divina”, sino que tuvo que atender los intereses de los nobles y más tarde los del pueblo.

El acuerdo consta de una serie de preceptos legales, cuyo contenido sirvió posteriormente de ejemplo para muchos documentos, comenzando por la Constitución de Estados Unidos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Europea de Derechos Humanos. 800 años después de su firma, solo quedan cuatro copias del documento original.

Constitución consuetudinaria

Si bien la Carta Magna es considerada la piedra angular de la democracia moderna y del sistema jurídico anglosajón, Gran Bretaña carece hasta el día de hoy de una Constitución escrita. El país dispone de una Constitución consuetudinaria, que se compone de diversas convenciones, leyes y compromisos contractuales.

De las 53 cláusulas originales de la Carta Magna, solo tres están actualmente vigentes en Inglaterra y Gales: el derecho a la justicia y a un juicio justo; la libertad de confesión y las libertades históricas de la ciudad de Londres.

Großbritannien Magna Carta in The British Library
Una copia de la Carta Magna, en la Biblioteca Británica.Imagen: picture-alliance/dpa/F. Arrizabalaga

El documento sigue teniendo importancia, según la historiadora Emm Johnstone, del Royal Holloway College, aunque muchos británicos no tengan conciencia de eso en la actualidad. En opinión de la académica, ese vacío de conocimientos podría llenarse si se vinculan los documentos históricos con debates actuales, como el relativo a la vigilancia de los datos de Internet. “La gente joven reflexionaría entonces sobre lo que esas libertades significan para el día de hoy”, apunta.

¿Hora de una Constitución escrita?

La idea de dotar a Gran Bretaña de una Constitución escrita no cuenta con muchos adeptos. Probablemente, porque provocaría más problemas, a juicio dela politóloga Victoria Honeyman, de la universidad de Leeds, en el norte de Inglaterra. Por ejemplo, los escoceses podrían exigir una Constitución propia. Y lo mismo vale para Irlanda del Norte y Gales.

Según Victoria Honeyman, la flexibilidad de una Constitución no escrita ha posibilitado a Gran Bretaña adaptar preceptos básicos y desarrollarlos cuando se ha estimado conveniente.

Dando una mirada a la historia se advierte que la mayoría de las Constituciones han sido el corolario de grandes vuelcos políticos, como guerras o revoluciones. En Francia, Charles de Gaulle fue el impulsor de la Constitución de la V República, cuyo arquitecto fue Michel Debré. La Constitución de Estados Unidos está ligada a figuras como George Washington, Benjamín Franklin y James Madison. “Cuando se piensa en los personajes que han logrado poner en vigor Constituciones, encontramos que a menudo fueron líderes de guerra”, señala Honeyman, acotando: “En Gran Bretaña nos encontramos actualmente en una situación por completo diferente, y realmente no se me ocurre nadie apropiado para esa tarea”.