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EE. UU. parece apostar por un cambio lento en Egipto

9 de febrero de 2011

El aliado más importante de EE. UU. en el Cercano Oriente se convirtió de pronto en una incertidumbre. Ante el dilema, Washington ya no parece exigir la renuncia inmediata de Mubarak, sino una transición ordenada.

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Hillary Rodham Clinton: sí a los cambios, pero despacio.Imagen: AP

El último giro de la postura de Washington frente a la ola de protestas en Egipto consiste en apoyar la ronda de diálogo con la oposición iniciada por el vicepresidente Omar Suleiman.

Un error, según el "Washington Post", que sostiene que el objetivo real de Suleiman es limitar las reformas democráticas en lugar de impulsarlas. "On the wrong side" ("Del lado equivocado") califica el diario la posición del presidente Barack Obama, siempre empecinado en aparecer políticamente correcto.

Flash-Galerie Ägypten Anti-Mubarak Protest
Sigue la pulseada en Egipto entre el Gobierno y los manifestantes.Imagen: AP

También la revista londinense "The Economist" califica en su última edición de error apoyar desde Washington una "prolongada 'transición' controlada apuntalando a Mubarak o alguien como él".

"El rechazo popular a Mubarak ofrece a Cercano Oriente la mejor oportunidad de reforma en décadas", afirma el semanario. "La mejor garantía para la estabilidad es la democracia", agrega, señalando que dentro de ese concepto se debe incluir la competencia por el poder de los Hermanos Musulmanes.

Democracia vs. consecuencias imprevisibles

El dilema de Estados Unidos es apoyar la democracia y la voluntad popular, pero a la vez temer transformaciones de consecuencias imprevisibles si cae abruptamente el régimen actual. Analistas independientes subrayan en Washington una y otra vez los riesgos: una verdadera renovación de la dirigencia egipcia significaría una relación más distante con Estados Unidos y una mayor dureza frente a Israel.

"Las protestas antigubernamentales en Egipto llevarán probablemente a un papel político más destacado para los Hermanos Musulmanes", opina el Consejo de Relaciones Internacionales en la capital estadounidense.

Apenas la semana pasada parecía que el gobierno estadounidense dejaba caer a Mubarak. Se evitó la palabra "renuncia", pero a la vista de los centenares de miles de manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo llamó Obama a un verdadero cambio, que debía iniciarse "ahora". Los consejeros presidenciales dejaron en claro que el término más importante del mensaje presidencial era "ahora".


Advertencia de nuevo régimen autoritario

Pero esto sólo duró hasta el fin de semana. A la medida en que declinaba un poco la intensidad de las manifestaciones callejeras en la capital egipcia y que Mubarak volvió a expresar que no pensaba ceder el poder, hizo pública la secretaria de Estado Hillary Clinton una nueva consigna durante su participación en la Conferencia de Seguridad de Múnich: avanzar con mayor cautela, lo decisivo era evitar el caos en el país árabe más poblado. "El cambio también puede llevar a una caída en un nuevo régimen autoritario", advirtió en tono pragmático.

Más explícito fue el enviado especial estadounidense en Egipto, Frank Wiesner, quien expresó sin disimulo que la presencia de Mubarak era "absolutamente decisiva" en la fase de transición. Espantado ante la franqueza del diplomático, el Departamento de Estado dio marcha atrás, señalando que Wiesner sólo hablaba en nombre propio. Pero muchos se preguntan qué mensaje habrá transmitido poco antes el enviado durante sus conversaciones en El Cairo en misión oficial.

Calmar la situación, no descartar ninguna opción, apostar al paso del tiempo: la Casa Blanca y el Departamento de Estado recurren a las recetas clásicas de la diplomacia para salir adelante en medio de la crisis. "Estados Unidos parece haberse instalado en el camino lento", tituló hoy "The New York Times", al menos en la situación actual parece "colocar la estabilidad por delante de los ideales democráticos".

dpa
Editor: Pablo Kummetz