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“Davos debería decretar su fracaso intelectual”,

25 de enero de 2010

El empresarios brasilero Oded Grajew, uno de los fundadores del Foro Social Mundial, cuenta cómo surgió la iniciativa hace diez años y evalúa la repercusión de dicha red de movimientos en la política internacional.

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Oded Grajew, fundador del Foro Social Mundial.Imagen: Guilherme Dantas Norberto

Deutsche Welle: Diez años después del primer Foro Social Mundial (FSM), en 2001, ¿cómo estima el impacto que ha tenido desde entonces?

Oded Grajew: En el año 2000, la ideología neoliberal estaba en pleno auge, al punto que muchos sociólogos consideraban que habíamos llegado al fin de la historia. El mercado, liberado de todo control social, conduciría a la humanidad a la prosperidad y a la justicia social. Carlos Menem, el presidente argentino que llevó a su país a la bancarrota, era recibido con honores en Davos, y su política era tomada como modelo para países emergentes.

El Foro Social Mundial surgió para denunciar los riesgos del modelo liberal y abrir un espacio donde las personas, los líderes y las organizaciones de la sociedad civil pudiesen encontrarse, de forma auto-organizada y, de acuerdo con los parámetros de nuestra declaración de principios, articularse para visualizar experiencias y propuestas, y unirse en acciones conjuntas.

A partir del primer FSM en 2001, en Porto Alegre, centenas de foros locales, nacionales, continentales y temáticos se esparcieron por el mundo. El lema del FSM – “Otro mundo es posible”- se ganó los corazones y las mentes. De 2001 hasta hoy, el mapa político de varios países cambió completamente, empezando por América Latina, donde se inició el FSM. Muchos de quienes frecuentaron el FSM desde sus comienzos son hoy presidentes de sus países u ocupan puestos importantes en el gobierno.

La delegación estadounidense siempre fue muy grande durante los eventos del FSM, y varios de sus participantes tuvieron un papel decisivo en la elección de Obama. Las grandes manifestaciones mundiales contra la guerra de Irak se articularon en Porto Alegre e hicieron desistir a Alemania y a Francia de participar en esa guerra. La unanimidad por el modelo neoliberal se desmoronó completamente y los países que continuaron con esa ideología fueron los que más sufrieron la crisis económico-financiera de 2008.

Se establecieron innumerables redes sociales a nivel nacional, continental y mundial, por ejemplo, la red mundial por el agua como bien público. Todas lograron avances importantes en sus propósitos. Prácticamente todas las presiones ejercidas en los encuentros del Banco Mundial, el FMI, el G8 y, más recientemente, en Copenhague, fueron articuladas a partir de liderazgos y entidades activas, participantes del FSM.

Esas presiones tuvieron, por ejemplo, la capacidad de impedir el proyecto neoliberal en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Hoy tenemos una sociedad civil global activa que actúa en todos los asuntos relevantes, y el FSM tuvo un gran rol en esa construcción.

Con el agravamiento de los problemas climáticos y los efectos de la crisis financiera mundial, algunas reivindicaciones del FSM se volvieron aún más actuales. ¿Hasta qué punto las estructuras gubernamentales e internacionales se están haciendo permeables a ciertas propuestas del foro en ese sentido?

El liderazgo mundial ejercido por el G8 tuvo que ser ampliado para más países. Las Naciones Unidas, siempre muy resistentes a volverse más democráticas, perdieron a lo largo de los últimos años una buena parte de su credibilidad. El tema ambiental, que siempre estuvo muy presente en el proceso del FSM, se volvió un asunto prioritario a nivel mundial, pero, infelizmente, está todavía muy lejos de traducirse en acciones concretas. (Lea en la página 2 por qué, según Oded Grajew, Davos debería dejar de existir y realizar un ‘mea culpa').

Kenia WSF Weltsozialforum in Nairobi
Apertura del FSM 2007 en Nairobi.Imagen: AP

Y en el caso específico de Brasil, ¿cómo describiría usted la relación entre el actual gobierno de Lula y las estructuras no gubernamentales asociadas al FSM?

El presidente Lula estuvo siempre presente en los encuentros del FSM, ya antes de ser electo. Incorporó a su gobierno diversas propuestas gestadas en el FSM e invitó a varios líderes sociales a formar parte de su gobierno. La mayoría de las iniciativas de su gobierno contaban con la simpatía de organizaciones sociales brasileras. Otras fueron criticadas, y otras hasta fueron juzgadas como insuficientes. Lo más importante es que se instituyeron varios espacios de participación en los que las sugerencias, propuestas y críticas pudieron expresarse democráticamente. El proceso del FSM en Brasil, como en todo el mundo, conserva su carácter no gubernamental y apartidario, siendo una iniciativa exclusiva de la sociedad civil.

Usted estará en Porto Alegre para el 10º FSM. A través de una década, el foro también cambió su estructura, tendiendo a una mayor descentralización. Dado el carácter de actuación local de gran parte de los movimientos y organizaciones involucradas en el foro, ¿cómo constituir un discurso, por así decirlo, “global”? ¿O eso no es indispensable?

El lema del FSM es “Otro mundo es posible”. Desde su inicio, el Foro Social es mundial y tiene la perspectiva de construcción de un proceso de globalización diferente, que privilegie el desarrollo sustentable, los derechos humanos, la justicia social y la democracia participativa. En la metodología del FSM, dentro de la Declaración de Principios, al ser un proceso auto-organizado, cada organización desarrolla sus actividades, se manifiesta y se articula de forma totalmente libre e independiente. Nadie es más importante que los demás; ningún tema excluye la relevancia de los otros. La valorización de la diversidad es uno de los pilares de nuestros principios.

De este modo, hay un flujo y un vínculo permanente entre los asuntos y actividades locales, nacionales, continentales y globales, que acaban realimentándose y fortaleciéndose mutuamente. Fue por eso que, después de tres ediciones del FSM en Porto Alegre, se tomó la decisión de llevarlo a India y, posteriormente, a otros países de América Latina, Asia y África, y también de realizar foros nacionales y continentales en Europa y en EE.UU. Así, el foro se fue esparciendo por las ciudades y los países de todo el mundo, se fue articulando en acciones locales y globales que no se contraponen, sino que se conectan y fortalecen mutuamente.

El lema del Foro Ecónomico Mundial de este año es “Mejorar el estado del mundo: repensar, reformular, reconstruir”. Sin embargo, considerando las medidas decididas por el G20 para combatir a la crisis y la falta de un consenso internacional relevante en la Cumbre sobre el Clima en Copenhague, ¿qué debería replantearse en Davos?

El Foro Económico Mundial fue creado y financiado por los defensores del modelo neoliberal. Está al servicio de una ideología que coloca al mercado liberado de controles y restricciones como el gran impulsor del ‘progreso', que considera a las restricciones en pro del medioambiente como perjudiciales para el desarrollo. Se convirtió en una actividad bastante lucrativa para su organizador y, dados los sucesivos fracasos de sus ideas ( en el 2000 eligió a Carlos Menem, que llevó a Argentina a la bancarrota, como su héroe y recomendó que sus políticas fueran un modelo para todos los países de la región; menospreció todas las informaciones sobre el calentamiento global; nunca se manifestó contra las guerras actuales; no pudo prever la reciente crisis financiera hasta poco tiempo antes de que estallara, etc., etc., etc.), debería simplemente decretar su falencia intelectual y moral y terminar con sus actividades.

El foro de Davos intenta maquillar sus intereses reales escogiendo títulos pomposos para sus encuentros y promoviendo actividades filantrópicas (recolectando algunos dólares entre sus participantes y creyendo que así acabará con la pobreza en el mundo), tratando de transmitir la idea de que se preocupa por cuestiones socio-ambientales.

Las compañías y los gobiernos que llegaron al poder gracias a la financiación que obtuvieron de dichas empresas que frecuentan y financian Davos, los protagonistas del fracaso de Copenhague, deberían invertir su energía en hacer una profunda autocrítica sobre sus responsabilidades en la enorme pobreza y desigualdad social existentes en nuestro planeta, en el agravamiento de conflictos y guerras, en el inminente desastre ambiental que se aproxima a causa de sus políticas y modelos de producción y de consumo que ponen en peligro nuestra vida y, ciertamente, la vida de nuestros hijos y nietos, y la de toda la especie humana.

El lema de la reunión de cierre de Davos debería ser: “mea culpa - ¿cómo y en qué fue que fallamos tanto?”.

Oded Grajew, de 65 años, es empresario y creador del Foro Social Mundial, integra el Movimiento Nuestra San Pablo, es miembro del Consejo Deliberante y presidente emérito de Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social.

Autora: Simone Lopes/ Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas-Sasse