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Día de los Derechos Humanos: más apoyo

Claudia Witte
9 de diciembre de 2016

La idea de los derechos humanos universales más allá de la nacionalidad, la religión y el sexo está en la actualidad en peligro. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas pide por este motivo más recursos financieros.

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USA | United Nations High Commissioner for Human Rights Zeid Ra'ad al Hussein
Imagen: imago/Xinhua

Zeid Ra´ad Al Hussein tomó cargo como Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en 2014. El presupuesto de su organización asciende a 282 millones de euros y el número de trabajadores a más de 1.000 en 62 países. Sin embargo, no es mucho en comparación con el presupuesto de la Agencia de las ONU para los Refugiados, 7 mil millones de dólares. Los expertos coinciden en que el Alto Comisionado en Ginebra es muy pequeño. Por este motivo, Zeid se ha propuesto cambiar la situación.

De diplomático a defensor de los derechos humanos

El príncipe Zeid Ra´ad Al Hussein, del Reino Hachemita de Jordania, diplomático y con una larga carrera como embajador jordano en las Naciones Unidas de Nueva York, no parecía en un principio predestinado para este cargo. Sin embargo y tras dos años en Ginebra ha demostrado que puede hablar con firmeza y adoptar un posición clara a favor de los derechos humanos.

"No fue un proceso natural", declara Zeid a Deutsche Welle. Su predecesora en el cargo, la jueza sudafricana Navi Pillay, le aconsejó que no "debía discriminar ni favorecer a ningún país. El peor error que podría cometer es tener miedo de criticar a los grandes países”, comenta.

Sin tapujos en La Haya

Hochkommissariat für Menschenrechte in Genf
Imagen: picture-alliance /dpa

Durante la inauguración de la Fundación Paz, Justicia y Seguridad en La Haya, Zeid explicó su concepto profesional: "Soy la voz global de los derechos humanos, de los derechos universales y hoy el crítico de casi todos los gobiernos. Defiendo y exijo los derechos humanos para cada individuo en todo el mundo”.

En su discurso advirtió del peligro de los demagogos xenófobos, los populistas y su propaganda. Criticó duramente dando nombres, algo inusual en las Naciones Unidas. No solo habló del político antiislamista holandés Geert Wilder, sino también de Donald Trump, Victor Orbán, Marine Le Pen, Nigel Farage y otros más.

En la Asamblea General de las Naciones Unidas, su discurso se centró en los populistas. "Los defensores de lo que es bueno y correcto, se están viendo superados en muchos países por fanáticos xenófobos que quieren llegar al poder o conservarlo, creando prejuicios y engaños a expensas de los más débiles”, dijo. Pero este tipo de declaraciones no son siempre bien acogidas. El embajador ruso de las Naciones Unidas, Vitaly Churkin, se quejó ante el entonces secretario general, Ban Ki Moon, diciendo que el Alto Comisionado iba demasiado lejos con sus críticas. Las organizaciones de derechos humanos, al contrario, elogian su valiente actitud.

Más apoyo para los derechos humanos

Bildcombo Geert Wilders und Donald Trump
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/J. Warnand Getty Images/S. D. Davis

Los derechos humanos no solo son cuestionados por regímenes dictatoriales, nacionalistas xenófobos y religiosos fanáticos, sino también la carencia de apoyo económico supone un problema. Según la Carta de las Naciones Unidas, los derechos humanos junto con la paz y el desarrollo figuran como uno de los pilares básicos de la organización. Pero solo el 3,5% del presupuesto actual de las Naciones Unidas está destinado a Ginebra. Esta suma satisface el 40% de las necesidades financieras. El resto lo cubren las aportaciones de los estados. En la práctica se trata de una docena de países, entre ellos, Alemania. 134 de los 193 estados miembros de la ONU ni siquiera pagan un importe simbólico.

El Alto Comisionado trabaja como secretario en el Consejo de Derechos Humanos, apoya a corresponsales especiales, expertos independientes, comisiones de investigación y alberga comisiones que observan las convenciones de derechos humanos, además de dirigir las oficinas en el extranjero.

Lo más difícil de su tarea es no poder ayudar a todo el mundo a pesar de los esfuerzos: "A veces es difícil cuando tanta gente espera ayuda en el mundo y aunque hacemos todo lo posible, no es suficiente”, explica el defensor de los derechos humanos.