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Cultura.21 - Reencuentro en Cuba - Un año tras Mozart y Mambo

4 de abril de 2021

Ha pasado un año de "Mozart y Mambo” y la trompista Sarah Willis regresa a La Habana cargada de nostalgia. Pero la pandemia enfrenta a los músicos a una dura prueba.

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"Mozart y Mambo” es una historia de éxito. En 2020, el álbum conquista la cima de las listas de éxitos de música clásica en Alemania. También llega a lo más alto en otros países, como Estados Unidos o Reino Unido. "Mozart y Mambo” se convierte en un éxito de ventas mundial. Junto a la Orquesta del Lyceum de La Habana, la trompista de la Filarmónica de Berlín Sarah Willis hizo realidad una idea que ya se le había pasado por la cabeza cuando visitó por primera vez la isla en 2017. La idea de combinar Mozart con el mambo, la música clásica con los ritmos cubanos. Un año más tarde, la nostalgia de la capital cubana invade a la trompista. Además, quiere volver a presentar el exitoso álbum frente al gran público en vivo. Todo está ya organizado, cuando de pronto el coronavirus hace acto de presencia. La pandemia azota con gran virulencia al estado caribeño. Las filas frente a las tiendas de alimentos se alargan más de lo habitual en la Cuba socialista. Y la orquesta no puede recibir al público. Sarah también tiene que cambiar sus planes. Todavía se puede convocar un ensayo exhaustivo, inclusive para una continuación del proyecto con un repertorio más amplio. Pero el gran concierto que tenían previsto debe ser cancelado. Un triste revés que, por otra parte, le brinda a Sarah la oportunidad de descubrir muchas cosas nuevas en el inesperado hueco que la pandemia ha hecho en su agenda. La trompista se dispone a ir tras las huellas de otras manifestaciones musicales cubanas tradicionales y acompaña al director José Antonio Méndez Padrón a Matanzas, su ciudad natal. Allí, Sarah experimenta con bailes como la rumba o el danzón, y aprende incluso a arrancarle notas a la conga. Durante su periplo, sucumbe una y otra vez a su pasión por el mambo. Lo interpreta en un concierto improvisado en el atardecer de la capital cubana junto a músicos del proyecto "Mambo y Mozart”, y también de manera totalmente espontánea en Matanzas, acompañada por un quinteto de viento cubano. Finalmente, tras semanas de quietud en las calles de La Habana, se cruza con un trompetista que riega la capital cubana con las notas del ritmo que se ha convertido en el símbolo de esta ciudad tan bullente. Es un rayo de esperanza. Cuba espera, al igual que el resto del mundo, el fin de la pandemia. De manera inesperada, Sarah Willis logró ampliar sus horizontes musicales pese a la emergencia sanitaria y reencontrarse al fin con su "familia cubana”.