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Críticas a agencias calificadoras de riesgo son inoportunas

8 de julio de 2011

La reducción de la confianza crediticia de Portugal ha puesto, de nuevo, en la mira a las agencias calificadoras de riesgo criticadas por sus decisiones. Críticas que van en la dirección equivocada, opina Henrik Böhme.

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Portugal y Rumania tienen algo en común. Ambos países son miembros de la Unión Europea, uno al oeste el otro al Este. Ambos luchan contra problemas económicos, ambos han tenido que ser salvados de la bancarrota con dinero de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pero ahora una agencia calificadora ha reducido la calificación de Portugal y otra agencia ha subido la de Rumania. En el primero de los casos hubo fuertes reacciones de los políticos. El caso de Rumania pasó desapercibido. Eso podría radicar en que el Gobierno de Bucarest ha hecho bien una parte de sus tareas: la cuota de endeudamiento público es del 30%. En Portugal, la deuda representa el 93% del PIB.

Argumentos de doble moral

El objetivo de las agencias calificadoras es la medición de la capacidad de pago de empresas o países. También los países sacan créditos en el mercado privado de capitales para poder cumplir con sus obligaciones estatales.

Y quien presta plata quiere también saber en qué estado están las cuentas del deudor. Actualmente, Portugal logra, con grandes dificultades, sacar créditos en los mercados financieros, mientras Grecia carece de toda confianza.

Incluso el Banco Central Europeo (BCE) acude, desde hace varios años, a los servicios de las (tres) grandes agencias calificadoras: Standard & Poors, Moody´s y Fitch. Pero el mismo director del BCE, Jean-Claude Trichet, se ha unido ahora al coro de los críticos. El colmo de la doble moral. El llamado de los políticos europeos a quebrar el oligopolio de las agencias calificadoras estadounidense distrae de los errores propios.

Las montañas de deudas de algunos miembros de la UE no fueron creadas por las agencias calificadoras de riesgo. La deficiente arquitectura de la moneda única europea no fue diseñada en el distrito financiero de Manhattan. Construir una Europa unida sobre el fundamento de una moneda no es suficiente. Los conocedores advirtieron los problemas de meter tan diferentes economías en una misma olla. Ahora las tensiones son tan fuertes, que la Unión amenaza con romperse. Así que las agencias calificadoras sirven ahora como “cabeza de turco”.

Ninguna ventaja para EE.UU.

Desde luego que Standard & Poors y los demás cometieron cualquier cantidad de errores en la pasada crisis financiera. Le dieron excelentes notas a bonos de alto riesgo, por ejemplo. Con ello, algunos ganaron millones y miles de millones fueron pulverizados, cuando el tsunami financiero alcanzó los mercados.

Las agencias hubieran podido advertirlo, es la principal acusación. Ahora, en el caso de los países problemas de la UE avisan demasiado temprano. Algo que tampoco está bien hecho, según algunos políticos. Por eso la solicitud de crear una agencia calificadora europea.

¿Con cuál objetivo? ¿Debe una agencia europea emitir un concepto más positivo sólo porque se trata de un deudor europeo? ¿Qué deben entonces pensar en Washington? Ante la amenaza de una bancarrota de Estados Unidos, las agencias han advertido que le bajarán la calificación.

Si EE.UU. no logra pagar las obligaciones estatales del orden de los 30 mil millones de dólares que vencen este 4 de agosto, las agencias bajarán a Washington a la categoría D. D quiere decir default - insolvencia. Ningún representante de la Casa Blanca ha criticado esa advertencia. A los políticos en Europa les debiera servir como ejemplo.

Autor: Henrik Böhme/ JOV
Editor: Pablo Kummetz