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Crimea: un año en poder de Rusia

Roman Goncharenko / Yulia Vyshnevetskaya (JAG/JOV)16 de marzo de 2015

Desde que Rusia anectó a Crimea ya ha pasado un año. Mientras Moscú convierte la península en un fuerte militar, la minoría tártara se perfila como la mayor perdedora.

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Imagen: Reuters/M. Shemetov

Cuando Rusia anectó a Crimea hace un año, la carretera de Kertsch, en el estrecho oriental de Crimea, pasó a ser en la principal ruta de abastecimiento. Moscú y Kiev bloquearon el resto de accesos. Los aviones dejaron de volar, al igual que dejaron de circular los trenes y autobuses de pasajeros. El que quiera volver a Ucrania desde Crimea tendrá que hacerlo con transportistas privados o a pie. Desde Ucrania, solo llega la corriente eléctrica y algunos alimentos.

Hace poco, Vladimir Putin reconoció en un documental que la decisión de “recuperar” Crimea se tomó a finales de febrero de 2014. Como argumento, anunció que el 75 % de los habría estado de acuerdo con la anexión y según un referéndum vigilado por soldados rusos, el 96% había votado por ello. Aun así, la actitud de Rusia fue declarada por la ONU y por occidente como una violación del derecho internacional.

Sin Apple pero con arsenal atómico

Un año después la realidad ha cambiado para los 2,3 millones de habitantes de Crimea. La falta de transporte es solo una pequeña parte. Cuando Occidente aplicó sanciones a Rusia, muchas empresas occidentales se retiraron de la península. Ya no había servicios de Visa o Mastercard, y los establecimientos de Apple terminaron por cerrar.

Los tártaros, son los mayores perdedores
Los tártaros, son los mayores perdedoresImagen: Reuters

En tiempo récord, Rusia se dedicó a convertir Crimea en una fortificación. Según medios estatales rusos, el número de 25.000 soldados estacionados en la península actualmente podría aumentar hasta las 40.000 unidades, equipadas con nuevos tanques, barcos y aviones. Algunos, incluso especulan sobre el estacionamiento de armamento atómico.

Baja de salarios

Durante todo el año pasado, se produjeron muchos cambios: llegó el rublo, las empresas rusas y las leyes dictadas por Moscú. Al principio, muchos se alegraron sobre todo por los salarios más altos de Rusia. Pero entre tanto, esa alegría inicial se esfumó, cuenta Oleg Skromnow a DW. “Se dobló el sueldo a los funcionarios de Ucrania. Después también se modificaron las tarifas rusas, pero ahora ya no compensa”, se queja el programador de Simferópol, capital de la provincia: “Mi mujer trabaja en un hospital y gana la mitad, a pesar del aumento de precios”. Ahora, Oleg aspira a vender su vivienda en Simferópol y trasladarse a Kiev. La creciente destrucción de Crimea le basta como razón para justificar esa decisión.

Discriminación de los tártaros de Crimea

El día a día es aun más difícil para los que no aceptaron el pasaporte ruso. Y entre ellos, los que más rechazo sufren por parte de Rusia son la minoría tártara de Crimea, considerada la mayor perdedora de la anexión. Continuamente se habla de repentinas desapariciones de sus líderes. Algunos, incluso fueron encontrados muertos. Un tema que llegó incluso al comisario de Derechos Humanos de la UE Nils Muizknieks, y que preocupa por los 300.000 tártaros que se posicionaron por Ucrania durante la anexión.