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¿Correa, presidente de Ecuador? Una oportunidad para Europa

José Ospina Valencia27 de noviembre de 2006

Rafael Correa será el próximo presidente de Ecuador, si se consolidan los datos oficiales. Pero una victoria de la izquierda en Ecuador no significa automáticamente una “catástrofe”, dice Klaus Bodemer a DW-WORLD.

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Rafael Correa y su esposa Anne Malherbe.Imagen: AP

Europa debería tomar una probable presidencia de Ecuador de Rafael Correa como “oportunidad para cooperar sin cargas ideológicas”, dice el latinoamericanista alemán Klaus Bodemer del Institut für Iberoamerika-Kunde, con sede en Hamburgo.

Hasta este lunes 27 al medio día en Europa se daba como ganador al ex ministro de Economía de Ecuador, Rafael Correa, quien habría logrado el 68,12% de los votos válidos, escrutado el 40,10 por ciento de las 36.613 urnas habilitadas.

Su rival, el magnate Álvaro Noboa, el hombre más rico de Ecuador, recibía el 31,88%, según cifras difundidas por la Corte Electoral que marcarían un giro del 5° productor de crudo de Sudamérica a la izquierda.

Una victoria de Correa, seguidor del venezolano Hugo Chávez, preocupa a los inversionistas por la inseguridad que podrían generar cambios descontrolados en temas como una reestructuración de la deuda externa y los contratos petroleros con firmas extranjeras. Correa además, ha anunciado “liderar una revolución política radical para reestructurar el aparato estatal y modificar la Constitución con el objetivo de purgar a la clase política hegemónica”.

Populismo de izquierda, populismo de derecha

Mientras observadores internacionales temen un aumento de la polarización que vive América Latina y Ecuador dada la división ideológica de la sociedad ecuatoriana en época preelectoral, el profesor Bodemer prefiere guardar la esperanza de que en la región predomine el pragmatismo político sobre todos los brotes de populismo y folclore, como los vistos en Ecuador entre un Correa desafiante y declarado amigo de Chávez y un Álvaro Noboa que no desaprovechó oportunidad para hacer alarde de su riqueza y sus dotes de pastor conservador ultra-religioso.

"Lo que me une con Chávez es buscar la integración latinoamericana. Chávez es mi amigo personal", dijo Correa. Pero para aquellos que afirman que ese vínculo someterá a Ecuador a Venezuela, aclaró: "En mi casa no manda mi amigo, mando yo".

Cuatro temas decisivos

De acuerdo con Bodemer, serán cuatro los puntos clave de un Gobierno de Correa: renegociación de la deuda externa, negativa a un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, instauración de un nuevo modelo político y, por último, no a un “Plan Colombia”.

Correa, en efecto, confirmó que revisará la deuda externa y que no pagará el servicio de la misma que considere "ilegítimo", sin descartar declarar una moratoria. Ahora bien, la oposición de Correa a la negociación de un Tratado de Libre Comercio con Washington puede considerarse como uno de los temas “populistas” de su campaña, puesto que Bush ni tiene la intención ni puede negociar ahora algo semejante. Tras la doble derrota republicana en Senado y Congreso, a los republicanos les falta el poder y a los demócratas la voluntad de emprender tal empresa.

Klaus Bodemer
Prof. Dr. Klaus Bodemer del Institut für Iberoamerika-Kunde, con sede en Hamburgo.

TLC: ni demanda ni oferta

Pero una cosa es el ardor de la propaganda y otro la realidad política. Con una vecina Colombia de 45 millones de habitantes, en donde a partir de 2008 entra en vigor el TLC firmado con Estados Unidos, Ecuador, con 13 millones de ciudadanos, estará en clara desventaja. Es entonces de presumir que la presión de los mercados externos obligue a Quito a entender la necesidad de una apertura en ambas direcciones que oxigene, en vez de ahogar, la economía nacional.

Más vaga es aún la propuesta de Correa de “construir un nuevo modelo político”. Aunque el discurso contra la clase gobernante tradicionalista le haya traído votos, la realidad interna dice otra cosa: Correa carece de respaldo político e institucional en el Congreso ecuatoriano como para aventurar un éxito de su ímpetu reformista, si es que éste es sincero.

¿Quién quiere un Plan Colombia para Ecuador?

En lo relacionado al llamado “Plan Colombia” y la negativa de Rafael Correa a una extensión de éste a Ecuador, la posición de Correa no podía ser más ambivalente.

El controvertido Plan Colombia es una programa bilateral de este país con Estados Unidos “para la paz, el bienestar y la renovación del Estado”, como fue concebido en 1999 por el entonces presidente de Colombia Andrés Pastrana.

La realidad es que dicho plan, la más vasta campaña de lucha contra los cultivos de drogas ilícitas producidas y comercializadas en Colombia, afecta a Ecuador en cuanto su territorio se ha convertido en retaguardia de la guerrilla de las FARC, reconocida y declarada tanto por la Unión Europea como por Estados Unidos como “organización terrorista involucrada en el narcotráfico”.

FARC, ¿terroristas con beneplácito del Gobierno ecuatoriano?

Correa empero, ha rehusado llamar incluso “terroristas” a las FARC y descarta cualquier adhesión al Plan Colombia, según el cual, ha logrado destruir unas 65 mil hectáreas de cultivos de amapola por año. Estados Unidos, según cifras oficiales, ha aprobado en el transcurso de 5 años 4 mil millones de dólares para cofinanciar el Plan Colombia.

Sea cual fuere la composición del próximo Gobierno ecuatoriano, lo mejor que puede hacer Europa es “no prestarle mucha atención a las necesidades propagandistas del gobernante de turno y aumentar su cooperación con la región sin prevenciones ideológicas”, es la convicción del profesor Klaus Bodemer que expresa ser más optimista que escéptico en lo que al futuro democrático de América Latina, porque, “nunca se come tan caliente como se cocina”, como reza un dicho alemán.

Esperanzas de que cunda el “efecto Lula”

El caso del presidente Lula en Brasil es ejemplar. Su primera campaña para la presidencia tuvo suficientes toques de populismo que desaparecieron en cuanto Lula tomó las riendas del país, demostrando que le interesa más gobernar basado en la realidad que en la dialéctica.

Por último, los Gobiernos suramericanos, sean de derecha o de izquierda, están demostrando, cada vez con mayor claridad, que una “cultura de la concertación” está echando raíces. Entre todas las malas noticias, este es un buen augurio de cara al futuro. ¿Valdrá también para el nuevo presidente de Ecuador?”