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Consejo de Europa: Lucha contra la insignificancia

Gabriel González17 de mayo de 2005

En Varsovia se cerró la cumbre del "club de las democracias", el Consejo de Europa, con solemnes declaraciones. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos en Europa no sabría explicar la función de esa institución.

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¿Y yo que hago aqui?Imagen: AP

El canciller alemán, Gerhard Schröder, ya parece haber sospechado que este fin de semana en Varsovia iba a ser bastante aburrido. Schröder no quiso prescindir de su día de vacaciones, el lunes de Pentecostés, y llegó a la Cumbre del Consejo de Europa el último día, poco antes del cierre y sólo por dos horas. Más vale poco que nada, habrá pensado. Los otros líderes de los grandes países 'clásicos' de la Unión Europea - Francia, Gran Bretaña, Italia o España - brillaron por su ausencia.

Gipfel Europarat in Warschau
Cumbre del Consejo de Europa en Varsovia.Imagen: AP

Indudablemente, esta cumbre del Consejo de Europa no supo responder a la pregunta sobre el por qué de este encuentro. En teoría se trata de una organización impresionante. Con 46 presidentes y jefes de estado, esta cumbre podría haber sido la más grande en la historia de Europa. Sin embargo, los resultados interesarán sólo a los conocedores de las instituciones y organizaciones en Europa, pero no a sus ciudadanos.

¿Y para qué sirve?

Durante dos días, muchos de los discursos que se escucharon en Varsovia subrayaron la importancia y los grandes meritos de esta organización. Esto suele ser, por lo general, un mal augurio. ¿Cuáles son los méritos de esta organización que incluso muchos ciudadanos europeos confunden con una institución de la Unión Europea?

El Consejo de Europa nació en 1949, sobre las cenizas de la II Guerra Mundial, como garante de los derechos humanos. El Consejo, con 46 Estados miembros, se ha convertido en una auténtica organización paneuropea, que representa a 800 millones de habitantes "desde Islandia a Vladivostok, del Mediterráneo al Mar Negro", como recordó Gerhard Schröder con razón. El único país que hasta el día de hoy se quedó delante de la puerta cerrada es Bielorrusia.

Las tareas del Consejo de Europa consisten básicamente en la defensa de los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho. Esta organización tan respetable sento las bases para la fundación de la Unión Europea. No sorprende pues que ninguno de los oradores reunidos en Varsovia se atreviera a cuestionarla. Todo lo contrario.

El Tribunal como botón de muestra

Frecuentemente se mencionó en los discursos el hecho de que el Consejo fue la cuna del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Pero seguramente no se hubiese necesitado una cumbre sólo para averiguar que el Tribunal está totalmente sobrecargado y que no sólo necesita más dinero, sino también un filtro para que sólo se ocupe de lo realmente importante entre las decenas de miles de demandas que llegan al año.

De otra tarea importante para el futuro de la organización paneuropea se encargará el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker: elaborar un informe sobre las relaciones entre la Europa de los Cuarenta y Seis (Consejo de Europa) y la de los Veinticinco (Unión Europea), "teniendo en cuenta la importancia de la dimensión humana de la construcción europea". Esto se puede leer como una alusión a la Constitución Europea. En el pasado, la defensa de los derechos humanos ya causó ciertos roces de competencias entre el Consejo, la Unión y hasta la OSCE. Es de suponer que la gran experiencia de Juncker ayudará a diseñar un perfil propio para el Consejo de Europa. La organización lo necesita y se lo merece.