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José Emilio Pacheco gana el Premio Cervantes

1 de diciembre de 2009

El gran poeta mexicano José Emilio Pacheco ha recibido el Premio Cervantes por su obra, que se enfoca en lo cotidiano reinventando la realidad. DW habló con un experto en literatura latinoamericana sobre el tema.

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El escritor mexicano José Emilio Pacheco.Imagen: picture alliance / landov

El escritor mexicano José Emilio Pacheco ha sido galardonado con el Premio Cervantes, dotado de 125 mil euros, por su obra poética y por su prosa. Pacheco ha recibido varios premios como periodista, entre ellos, el Premio Nacional de Periodismo Literario y el de Periodismo Cultural Fernando Benítez, y, en 2009 el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y recibe ahora el Premio Cervantes, siguiendo los pasos de Octavio Paz (1980), Carlos Fuentes (1987), y Sergio Pitol (2005). DW-WORLD habló con el profesor Carlos Rincón, especialista en Literatura y Cultura Latinoamericana de la Universidad Libre de Berlín sobre el significado de la obra de Pacheco en las literaturas mexicana y latinoamericana actuales.

Deutsche Welle: ¿Qué significa para las letras mexicanas que José Emilio Pacheco haya recibido el Premio Cervantes?

Creo que es parte de esa “vuelta de los galeones”, de la que se habla ya desde hace tiempo. Pienso que desde 1980 hay de parte de España una reiniciación del diálogo con Hispanoamérica. En el curso de estos años se ha repetido una y otra vez, y uno de quienes lo hacían con frecuencia es José Emilio Pacheco, la gratitud de los escritores mexicanos hacia el exilio español en México. La literatura mexicana sería absolutamente distinta sin el aporte republicano, sin las enseñanzas de Enrique Díaz Canedo, de Max Aub, entre otros. Dentro de la segunda gran promoción de escritores mexicanos formados en ese diálogo con el exilio español, que reinicia el diálogo con España después de la caída del franquismo y del comienzo del proceso de democratización español, bueno, ahí está José Emilio. Y si pensamos que Octavio Paz recibió el Premio Cervantes en 1980, se trata del reconocimiento a una promoción de escritores entre los que figuras como José Emilio Pacheco han sido considerados desde hace tiempo como clásicos vivientes.

¿Qué podría decirnos sobre el lugar que ocupa la obra de José Emilio Pacheco en las letras de México y de América Latina?

José Emilio es una persona muy querida. Formó parte, siendo un adolescente, junto con Carlos Monsiváis, de un grupo de niños sabios que contestaban en programas de radio a todo tipo de preguntas sobre diversos temas. Ese niño sabio, al cabo de cinco o diez años formaba parte de la redacción de uno de los suplementos literarios más importantes de México, traducía de varios idiomas, y, desde finales de los años 1960, J. E. Pacheco tiene una estatura que lo convierte, ya en el curso de los años 70, en una especie de clásico vivo.

En cuanto a la poesía y la prosa de José Emilio Pacheco, ambas son abarcadoras y parten de lo cotidiano para abrazar la realidad. ¿Diría usted que estamos ante a un nuevo Octavio Paz?

No, de ninguna manera, en tres sentidos. En primer lugar, en José Emilio hay un rechazo de la mundialización, y hay más bien una voluntad de afirmarse en lo concreto. Además, hay otro elemento: frente a la figura de Paz se toman siempre posiciones beligerantes. A Paz se lo toma o se lo deja, pero no se le puede ser indiferente. Se lo rechaza como a un poeta que escribe versitos para vender en las estaciones del ferrocarril, o se lo considera una gran figura intelectual latinoamericana. Con José Emilio la situación es distinta. Creo que lo quiere todo el mundo.

¿Esto quiere decir que todo el mundo entiende su poesía?

Creo que la obra de José Emilio tiene una serie de pros y contras. En la relación entre el artista y el público, José Emilio estuvo siempre contra las modas del exceso, contra las formas de indisciplina oficialmente subvencionadas o bendecidas, contra libertades que nacen simplemente de frustraciones profundas, y, sobre todo, contra el histrionismo en todas sus manifestaciones. José Emilio es un hombre de años y años de trabajo, y de un trabajo para los demás y para sí mismo, no un trabajo para las teorías ni para los profesores. En esas circunstancias, José Emilio Pacheco escribe una poesía que se puede querer de muchas formas.

¿Cómo definiría la poesía de José Emilio Pacheco?

La ventaja de José Emilio es que se afirma como gran poeta en el curso de los años 70 y luego llega a una especie de bifurcación o dislocación, cuando la poesía latinoamericana se abre a una escena global. Ese es un momento en el que ya no se puede escribir como los que fueron grandes, como Neruda o como Vallejo, o como escribió después Ernesto Cardenal. Pero también se sabe que no se puede escribir como si ellos no hubieran existido. En esa voluntad, al lado de Cisneros, dejando atrás lo que fueron Roque Dalton o Enrique Lihn, Pacheco forma parte de esa generación y, al sobrevivirlos a muchos de ellos, él consigue dar el paso hacia una etapa nueva, podríamos decir, al ingreso definitivo de la poesía latinoamericana en una escena global. Él estaba metido en esa empresa, en hallar un idioma que fuera susceptible de ese tipo de manifestaciones, ya desde su época en el periodismo. Si pensamos que, después de él, surgirán escritores como Raúl Zurita en Chile, como Ricardo Hinojosa, en Perú, incluso como Luis Alberto Crespo en Venezuela, esas son figuras que sólo son posibles después de Pacheco.

Pacheco llama a la lengua española en su último libro el jabón “que lava en el poema las heridas del ser”. ¿Habla aquí de su amor por la lengua viéndola capaz de redimir al ser humano?

Tiene ese tipo de versos que se enseñan a los niños latinoamericanos en las escuelas. Cuando dice, por ejemplo, “Sor Juana es esa llama trémula en la noche de piedra del Virreinato”, es esa llama trémula la que hace que haya un fuego en esa poesía, y en esa poesía ese fuego se mantenga, y por eso persistiría la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz. En los últimos diez años, en la poesía de Pacheco hay un elemento de metalenguaje, una reflexión nueva sobre el lenguaje, sobre las posibilidades del lenguaje poético hoy. Creo que, de alguna manera, la patria del poeta está en la lengua castellana.

¿Cómo refleja Pacheco la realidad mexicana en su literatura?

Pienso que, por una parte, desarrolla permanentemente su trabajo de crítico. El tipo de crítica que ha sabido desarrollar es una en la que él discute siempre, no para ganar, sino para esclarecer y aprender con los demás. Es una forma de crítica en la que la actividad literaria periodística mexicana, que siempre ha tenido un gran nivel, tiene su culminación. Ha sido un trabajo muy sostenido, a lo largo de los años. En lo que respecta a su poesía, es inconcebible si no estuviera justamente dentro del ambiente literario mexicano. La poesía de José Emilio Pacheco es inseparable de lo que fueron las redacciones, los centros de cultura, de los que es hasta hoy el Palacio de Bellas Artes en México. Por otra parte, esa presencia de lo mexicano en él está no solamente como material sobre el que él trabaja, sino que son aspectos extratextuales de lo que él escribe. Su poesía está hecha de esa sustancia.

Entrevista: Cristina Papaleo

Editor: Enrique López