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Comentario: Trump, el presidente del teleprónter

Konstantin Klein
19 de septiembre de 2017

Amenazas contra “regímenes canallas” y alabanzas para las Naciones Unidas: en Nueva York, Donald Trump se mostró como un decidido estadista. De temer será su próximo tuit, opina Konstantin Klein.

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UN Generalversammlung in New York | Donald Trump, Präsident USA
Imagen: Getty Images/S. Platt

"America First”: con ese lema de campaña se transformó Donald Trump en el 45 presidente de Estados Unidos. En la cosmovisión de Trump, los Estados Unidos no están primeros en el mundo, sino también solos. Según el presidente, los acuerdos internacionales van contra los intereses estadounidnses. Y durante su campaña, las Naciones Unidas fueron blanco de sus improperios y críticas.

Eso era en 2016. Hoy, Trump es presidente y por lo tanto, debe jugar a ser estadista. Y un estadista se comporta diferente a como se comporta un candidato a la presidencia. Ante la Asamblea General dijo que para él "la defensa de los intereses de Estados Unidos está siempre en primer lugar, tal como para ustedes, como jefes de Gobierno, también sus países están en primer lugar”.

Subrayó, además, que Estados nacionales fuertes e independientes pueden llevar a las Naciones Unidas al éxito: "No queremos imponerle nuestro estilo de vida a nadie”, pero sí "ser un luminoso ejemplo para todos”. Los objetivos más importantes son "la paz, la seguridad y la soberanía para todos los países del mundo”, agregó.

Sobre todo los representantes de aquellos países a los que Trump aludió como "canallas” pusieron cara de piedra. Trump les dirigió duras palabras. Por ejemplo, dijo que Corea del Norte debía contar con su completa destrucción si los EE. UU. o alguno de sus aliados son atacados.

Acuerdos y negocios

Además, criticó a los países que comercian con Corea del Norte y apoyan así sus avances militares. Dos o tres frases después, Trump agradeció explícitamente a Rusia y China por haber apoyado las más recientes sanciones contra Corea del Norte en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La política internacional es una cosa complicada.

Para Trump, también Irán es un país que propaga el miedo y el terror en el mundo. El presidente estadounidense dijo que el acuerdo atómico con Irán fue uno de los peores "deals” y una vergüenza para Estados Unidos. El autodenominado campeón empresarial mundial parece confundir todavía los acuerdos internacionales con los negocios. También mencionó a Venezuela, "cuyo presidente, Maduro, oprime a su pueblo”. Incluso arrancó algunas carcajadas a los asistentes al decir que "no aplica mal el socialismo, sino que lo aplica literalmente”.

El doble Trump

El actual presidente de los Estados Unidos existe por partida doble. Por un lado, el presidente airado, que dispara por las mañanas mensajes de 140 caracteres vía Tweet y, por otro lado, el presidente que sube al podio y lee con mirada fija un texto de un teleprónter, con frases completas y escrito por profesionales.

El presidente del teleprónter hace olvidar, a veces, a los observadores, y, sobre todo, a los medios de comunicación estadounidenses, al presidente de los tuits y pensar que Trump, efectivamente se ha transformado en un verdadero estadista. Pero que los límites entre el uno y el otro son difusos, lo demostró la mañana antes de su discurso ante la Asamblea General.

El problema es que de un presidente de Estados Unidos, una súper potencia, la única que había quedado en los años 1990, el mundo puede esperar más que un discurso pronunciado con voz firme y sin errores. Lo que el mundo tiene derecho a esperar es: previsibilidad. Previsibilidad no puede esperarse de los "países canallas”, pero sí, y con más razón, de una súper potencia.

En su discurso en Nueva York, Trump intentó transmitir una imagen de previsibilidad de su Gobierno. Solo habrá que esperar hasta el próximo arrebato en uno de sus acostumbrados tuits mañaneros para experimentar al otro Trump.