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La paradoja nuclear

11 de julio de 2011

Una vez construida una planta nuclear, parece no haber mejor alternativa que su funcionamiento permanente. Aunque el único reactor colombiano es de baja potencia, resultó más rentable seguirlo operando que desmantelarlo.

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Copyright wie folgt bitte beachten: INGEOMINAS AKW Kolumbien Atommeiler IAN R-1 Der IAN R-1 - vom Typ "Triga" - ist der einzige Atomreaktor Kolumbiens. Sein Standort ist Bogotá und er wird für wissenschaftliche zivile Zwecke benutzt.
Instituto Colombiano de Geología y Minería. Centro de control del reactor IAN R-1.Imagen: INGEOMINAS

El único reactor nuclear de Colombia fue construido en 1965, “apagado” en 1997 y reactivado en 2005. El IAN-R1, como se denomina este reactor del Instituto de Geología y Minería, se usa para examinar la calidad y cantidad de recursos biológicos como el petróleo, el oro y el carbón en Colombia, pero también se emplea en la farmacéutica, para la identificación de la disfunción de la tiroides, y en la ingeniería, en la detección de fugas en las represas hidroeléctricas.

En 1997 se quiso desmantelarlo pero los costos de su "inactividad", mantenimiento, descontaminación del área y clausura definitiva forzaron al Gobierno de Álvaro Uribe a ponerlo nuevamente en funcionamiento. En ese intento de bajarse del tren de la energía nuclear, el Gobierno de Colombia ordenó en 1997 apagar el IAN-R1 cerrando, a la vez, el Instituto de Ciencias Nucleares y Energías Alternativas que lo operaba. Pero la orden contenía un error de cálculo: un reactor no es un molino de viento que, cuando se frena, para de producir energía. “Los responsables creyeron que oprimiendo el botón de “off” todo estaba solucionado”, dice uno de los 174 antiguos trabajadores que fueron despedidos en aquel año.

¿Decisión equivocada?

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Sala de control del IAN R-1.Imagen: INGEOMINAS

Si bien la carga salarial de los científicos se redujo, el reactor tenía que seguir siendo vigilado y permanecer bajo continuo mantenimiento. Así, económica y científicamente, fue “una decisión equivocada, porque tampoco tuvieron en cuenta que el IAN-R1 estaba conectado a una planta de radiación gama, además de trabajar con el único laboratorio nacional de calibración para detectores de radiación”, dice Jaime Sandoval Lagos, actual jefe del reactor nuclear colombiano y una de las cinco personas que hoy operan el reactor. A su juicio, el cierre del IAN-R1, además de hacer perder el know how colombiano, también “generó un caos porque ya no era posible examinar las fuentes radiactivas que tenían que ser importadas para aplicaciones médicas”.

Otros costos no operativos y tampoco calculados del cierre del reactor colombiano, eran los estaban pagando las instituciones geológicas y universidades colombianas. Durante la etapa “inactiva” del reactor IAN-R1, el Estado y las universidades colombianas tenían que hacer irradiar sus pruebas en reactores civiles de Alemania, como en el FRM II, de Múnich, o en Chile.

Reanimación dura 6 años

Es más, “la mera operación en stand by le costaba a los contribuyentes colombianos más de 300 millones de pesos (US$134.650), siete veces menos de lo que valdría desmantelarlo”, calcula el diario El Tiempo, de Bogotá. Entre mantenerlo activo, a razón de 42 millones de pesos anuales, y gastar otro millón de dólares en clausurarlo y descontaminar el área, proceso que tardaría 20 años, la única alternativa que no implicaba más pérdidas para la nación era volver a ponerlo en funcionamiento. Un proceso que se reinició en 2005 y que concluirá este 2012. Aunque su principal usuario es el Instituto Colombiano de Geología y Minería (Ingeominas), el IAN-R1 ampliaría sus servicios a otros centros científicos y la empresa privada.

El IAN-R1 fue adquirido en los años en que el presidente de EE.UU. Dwight Eisenhower lanzó el plan “Átomos para la paz”, que buscaba impulsar la producción de energía nuclear a bajo costo. En plena Guerra Fría, Washington buscaba apoyar a los países de su línea frente a la amenaza comunista. Los riesgos de la energía nuclear para la salud, el medio ambiente y los problemas de transporte y almacenamiento de residuos nucleares no eran aún debatidos públicamente.

Reactor de “seguridad inherente”

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INGEOMINAS, en Bogotá:Imagen: INGEOMINAS

El reactor colombiano no es un reactor común. El TRIGA es un reactor de tipo estanque diseñado para fines científicos, pedagógicos y análisis de pruebas no destructivas y producción de isótopos. “La matriz o barra de combustible nuclear del IAN-R1 utiliza hidruro de uranio-zirconio (UZrH) como combustible y posee un sistema de seguridad inherente”, dice a Deutsche Welle Jaime Sandoval Lagos, jefe del reactor nuclear colombiano. Esto quiere decir que tiene un coeficiente rápido de temperatura negativo, de tal forma que a medida que la temperatura del núcleo sube, la eficiencia del reactor disminuye - así que resulta imposible que se produzca su fusión”, según sus fabricantes General Atomics, de Estados Unidos, Framatome, de Francia y Siemens AG, de Alemania.

La aclaración es necesaria, ya que el IAN-R1 está ubicado justamente bajo uno de los corredores aéreos más frecuentados de Colombia. Cuando el reactor fue construido, en 1965, las instalaciones estaban en los límites de la ciudad. Hoy, 46 años más tarde, el crecimiento urbano ha convertido el sector en el pleno centro. Pero Juan Sandoval explica: “En caso del impacto de un avión sobre el reactor, se calcula que la liberación de material radiactivo sólo alcanzaría los 70 metros a la redonda”. Aunque el reactor tiene una potencia de 100 kilovatios, sólo se opera con 30.

Autor: José Ospina-Valencia
Editora: Emilia Rojas