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Ceuta y Melilla: un ejemplo no recomendable

Enrique Anarte
6 de febrero de 2018

Colombia debate qué hacer ante la llegada en grandes números de venezolanos. ¿Pueden ser Ceuta y Melilla su referente?

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Grenzübergang Marocco Spanien afrikanische Migranten sitzen auf dem Grenzzaun in Ceuta
Imagen de un intento de salto a la valla de Ceuta, el 9 de diciembre de 2016.Imagen: REUTERS/M. Martin

Cada vez es más frecuente la imagen de ciudadanos venezolanos acampados en las calles, plazas y parques de ciudades colombianas como Cúcuta, en la frontera con Venezuela. Muchos lo hacen sin dinero para pagar transporte u hospedaje, a menudo incluso sin pasaporte. Migración Colombia habla de "más de 37.000” entradas al día, pero estas son solo las que dejan nota en los registros. Las llegadas irregulares son probablemente incalculables. Una "crisis humanitaria”, según el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, que aviva el debate sobre la seguridad fronteriza.

Crisis migratoria en Cúcuta

Desde el lado colombiano cada vez es mayor la urgencia con la que se reclama una solución para lo que muchos plantean no solo como un problema social, sino también económico y de seguridad. Y, ante la evidencia de la porosidad de la frontera entre ambos países, entre dos sociedades hermanas, la carta de un control más férreo sobre la frontera parece para muchos una opción de cada vez mayor viabilidad.

Al otro lado del Atlántico, en el límite norte del continente africano, se encuentran dos enclaves españoles en los que se decidió que una valla era la mejor solución para detener el flujo de llegadas que Madrid percibía como un problema. Así, desde 1995 y 1998, respectivamente, las ciudades autónomas Ceuta y Melilla están rodeadas por alambradas que separan dos países y, en cierto sentido, mundos muy diferentes. En la frontera hispano-marroquí no hay trochas por las que colarse.

Desde entonces, los sucesivos Gobiernos de España (conservadores y socialistas) han ido invirtiendo sumas cada vez más grandes de dinero para fortificar esta frontera sur de la Unión Europea. Concertinas en lo alto, una segunda valla, sensores térmicos, refuerzo de los cuerpos policiales a cargo de esta fortaleza cada vez más inexpugnable. Paradójicamente, migrantes y refugiados siguen intentando cruzar la llamada ruta del Estrecho, aunque los riesgos que tengan que asumir sean ahora mayores. Muchos se quedan en el camino.

"Es difícil decir si funciona o no”, explica a DW Lucila Rodríguez-Alarcón, directora de la Fundación porCausa. "Claro que una persona se para cuando se encuentra con una valla. Pero lo hace un rato, hasta que aprende a pasarla”. A quien huye de una guerra, de la persecución o de la miseria, poco le importa una valla.

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Tras haber cruzado con éxito la valla de Ceuta, varios migrantes se dirigen al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad.Imagen: Reuters

Esta organización lleva años investigando las controvertidas políticas de control migratorio que España lleva a cabo en esta frontera entre Europa y África. No son los únicos. Amnistía Internacional denunció el año pasado numerosas violaciones de derechos humanos que tenían lugar en los apenas 20 kilómetros que suman ambas líneas divisorias: práctica imposibilidad de solicitar asilo, deportaciones ilegales, expulsiones de heridos y ausencia de libertad de movimiento, entre otras. La propia ONU pidió el pasado mes de noviembre que España cesase las llamadas "devoluciones en caliente”, que es como se conoce a la práctica de entrega sobre la marcha a Marruecos  a los migrantes interceptados en los saltos a ambas vallas.

Una presa no detiene a un río

Para Rodríguez-Alarcón, sin embargo, no se trata únicamente de esto: "Nosotros solemos poner el ejemplo de cuando tienes un río con una corriente y de repente pones una presa. La presa no va a evitar que el agua pase. El agua va a pasar por encima o alrededor, pero el movimiento del agua no se va a parar. Con las vallas pasa igual. Las vallas no evitan el movimiento de las personas”.

Esto genera, a su juicio, un doble problema. En primer lugar, el obstáculo físico no acaba cumpliendo su supuesto objetivo inicial de detener el flujo de entradas. "En segundo lugar, genera un tapón. Las consecuencias de esto, opina, son todavía peores: concentración de gente, mafias, campamentos irregulares, hacinamiento. Cuando crucen, porque acabarán cruzando, llevan todo eso a cuesta: desde los problemas sanitarios que puedan tener hasta los problemas psicológicos”. Impedir el paso es, desde su punto de vista, "una de las medidas más absurdas que hay”.

Desde la Fundación porCausa entienden que la migración es un fenómeno natural, humano. Un enfoque que coincide con el de Naciones Unidas, que impulsa en estos momentos un pacto global sobre este asunto. "La migración es un fenómeno global positivo”, sentenció a principios de este año ante la Asamblea General de la organización internacional su secretario general, Antonio Guterres, quien también criticó el "daño económico innecesario” que "se autoinfligen” los países que erigen obstáculos a la migración.

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Un migrante celebra haber cruzado la frontera hispano marroquí con éxito y poder llegar sano y salvo al CETI de Ceuta.Imagen: Reuters/J. Moron

Rodríguez-Alarcón vuelve al ejemplo del río y argumenta que tiene mucho más sentido regular su caudal que detenerlo en seco, porque eso haría que se desbordase. "En el momento en que cierren la frontera de Colombia con Venezuela va a haber un problema que ahora no hay”, afirma convencida. El modelo de Ceuta y Melilla, criticado por haber funcionado como laboratorio de una política de control fronterizo que luego pusieron en marcha otros muchos países europeos, no es un referente que ella evocaría a la hora de buscar soluciones a la coyuntura que afronta Colombia con la llegada en grandes números de personas procedentes de Venezuela.

"Lo que hay que evaluar es qué representan estos movimientos en términos del número total de población, si se deja a toda esa gente fluir y moverse”, continúa. "Es decir: ¿cuánta gente podría entrar potencialmente por la frontera entre Venezuela y Colombia? ¿Cuál es la población de Colombia? ¿Cuántos kilómetros cuadrados tiene el país? ¿Cuánto representa dentro del total de la población? Seguramente, haciendo ese cálculo, se comprobará que es un porcentaje minúsculo, más pequeño que una gota en el mar”.

Autor: Enrique Anarte (ERS)

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