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Carbón versus kiwi 

Vanessa O'Brien 
23 de mayo de 2017

En Nueva Zelanda, los partidarios de la minería, y los proteccionistas del medio ambiente debaten. Un conflicto que lleva más de 100 años. 

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Neuseeland Global Ideas
Imagen: Neil Silverwood

Te Wai-pounamu, una isla del sur de Nueva Zelanda, es un lugar de ensueños. En las profundidades de esta tierra se encuentran escondidos muchos recursos naturales. Además, habitan diversas especies en sus selvas y pintorescos acantilados. La pregunta que se debate es: ¿Qué es más importante: el carbón o la naturaleza?

El carbón es la base de la supervivencia de los habitantes, es el cuerpo y alma de la región. La tradición minera se remonta a 1860, cuando el territorio fue explorado y se estableció la primera mina. El corazón de la minería se encuentra en la ciudad de Blackball, en donde se organizó el movimiento de los trabajadores y el Partido Obrero de Nueva Zelanda. Hoy habitan alrededor de 300 personas, incluyendo Sam Gribben.

Vista aérea de la mina Bathhurst en Denniston-Plateau.
La mina Bathurst en Denniston-Plateau tuvo una corta duración, pero tuvo un gran impacto en la naturaleza de esta área.Imagen: Neil Silverwood

Gribben, como muchos otros, viene de una familia minera. Su abuelo era minero, sus hermanos son mineros y su papá era mecánico en las minas. "Para mí esto es muy importante, fui criado por una familia de mineros", dice a DW Gribben. Además, es miembro del sindicato de los mineros y vive en Blackball desde hace siete años. Gribben añade que "gracias a la minería puedo pagar la hipoteca de la casa y llevo comida a ella, pero es más que eso. Es el ambiente social que se vive en el pueblo, porque las empresas mineras invierten su dinero en la comunidad".

La industria está en caída. Las minas de carbón están en crisis, los precios de producción han aumentado, al igual que los costos de salud y seguridad.  Como consecuencia, las minas de carbón en la costa oeste de Nueva Zelanda están cerrando. El gobierno está invirtiendo en energía verde y en disminuir la emisión de gases y contaminantes. 

Minas de carbón versus naturaleza

Los mineros recibieron una gran noticia cuando el gobierno de Nueva Zelanda anunció que estaba considerando la posibilidad de emitir un permiso para la explotación de carbón en la cercanía de Blackball, en la meseta de Buller, pese a que esto implicaría la usurpación de tierras protegidas. 

"Las personas que viven aquí promueven la industria minera porque es en donde ven puestos de trabajo", dice Gribben. "Las personas que no están directamente involucradas se oponen. Pero hay un gran apoyo".

Foto de la costa oeste green gecko.
La costa oeste green gecko y el kiwi moteador mayor se vieron directamente amezadas por las minas de carbón. Imagen: Neil Silverwood

Proteccionistas se alarman

La organización de Nueva Zelanda Forest & Bird alega que el gobierno quiere desplazar este hábitat único para poder fortalecer sus negocios con la industria minera.

La mina de cielo abierto Stockton Mine es operada por Solid Enery, una compañía minera estatal. Esta sociedad está en crisis desde el 2015. Cuanto más grande es la crisis de carbón, es más complejo para el gobierno. La decisión de venta de Stockton Mines parte de las oficinas internacionales de inversión. La resolución se debe tomar en junio de 2017. El potencial comprador es Phoenix Coal, en asociación con la compañía agrícola Talley's Group y la compañía minera Bathurst Resources. 

Kevin Hague, director general de Forest & Bird, dijo que Nueva Zelanda quiere dividir la meseta de Buller en áreas protegidas y no protegidas, lo que redunda en más espacio disponible para la explotación de carbón. La gran preocupación de Hague es Whareatea West, en donde se establecería una mina a cielo abierto, según el plan. "Es un área pública, protegida, sobre todo de gran valor ecológico en la meseta. Sin Whareatea West la integridad de toda la meseta está perdida", opinó Hague. "¿Por qué el ministro de Medio Ambiente no colabora con la preservación de la naturaleza, en vez de sacar provecho de la situación? Se debería de comprometer con la protección del medio ambiente", afirma.

Foto del kiwi moteador mayor.
Él está amenazado por las minas de carbon de cielo abierto: el kiwi moteador mayor.Imagen: Neil Silverwood

Pérdidas irreparables

La vocera de Forest & Bird, Caitlin Carew, dijo que la meseta de Buller es el único ecosistema de este tipo en Nueva Zelanda. Muchas áreas se han visto afectadas por la minas. Las minas de carbón a cielo abierto causaron daños irreparables a la flora y fauna, e incluso se vio afectado el kiwi moteado. 

Hay antecedentes: en 2013, luego de una batalla judicial entre Forest & Bird, la mina a cielo abierto Escarpment comenzó a operar en la meseta de Denniston. El proyecto tuvo poca duración ya que la mina no fue económicamente viable. DOC documentó grandes daños ecológicos en el área. Por otro lado, el gobierno se reserva sus comentarios ya que dice que "es un conflicto que sigue abierto y lo estamos debatiendo”.

El ministro de Economía y Desarrollo de Nueva Zelanda, Simon Bridges, señaló que "la meseta de Buller tiene un gran valor económico, pero también comprendemos que tiene que haber un balance con el medio ambiente”.

Vista de Whareatea West
Una vista del océano y de Whareatea West.Imagen: Neil Silverwood

¿Qué otras opciones hay?

Desde Alemania a Estados Unidos hay un gran problema: minas de carbón versus naturaleza. Este conflicto pone al gobierno entre la espada y la pared. Muchas mineras alegan que podrían ganar la batalla, pero eso no necesariamente significa que ganarán la guerra. Este conflicto está muy presente en Nueva Zelanda. El carbón cubre solo el 5 por ciento de la energía doméstica, a las industrias que utilizan carbón se les implementa un impuesto y eventualmente optarán por energías verdes. Mientras tanto, el gobierno está haciendo la transición a "no carbón". Pero, ¿cuál es la solución?

Una gran opción sería el turismo, ya que la costa oeste tiene mucha naturaleza y hermosos paisajes. Sin embargo, los mineros quieren tener un buen sueldo y no desean trabajar para la industria del turismo, porque recibirían un sueldo mínimo. Además, no quieren dejar atrás una tradición que lleva 150 años.

"Por el momento", dice el sindicalista Sam Gribben, "esta es la gran pregunta”.