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América Latina

Steffen Leidel/mb2 de octubre de 2006

La ministra boliviana de Justicia, Casimira Rodríguez, conversó con DW-WORLD durante su visita a Alemania, invitada por la organización Terre des Hommes.

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Casimira Rodríguez, ministra boliviana de JusiticaImagen: AP

DW-WORLD: ¿Cómo se siente usted después de nueve meses ocupando el puesto de ministra de Justicia?

Casimira Rodríguez: En un principio fue bien complicado, pero ahora veo que mi trabajo como ministra es bien importante. Tengo que vencer las dificultades que se me presentan como líder social, es otro panorama. En ese sentido el desafío es muy grande.

Pero, ¿ le gusta ese nuevo mundo de la alta política?

Es muy especial. Es un momento único en la vida de uno. El ser ministra representa un desafío y requiere todo el esfuerzo para apuntarnos a profundos cambios en nuestro país. A estas alturas soy más consciente de que soy autoridad, al principio era difícil.

En un principio hubo mucha crítica hacia su persona. ¿Cómo se sentía en aquellos momentos y sigue habiendo esos ataques?

Como a todo líder social, esto más bien me ha dado ánimo. Ha sido el primer conflicto a enfrentar, cuando se pidió mi renuncia. Me ha dado más valor, en vez de desanimarme, para cuestionar a quienes hacen las leyes: “a ver, qué hicieron ustedes en todo ese tiempo que les tocó ser gobierno y administrar la justicia”. Más que ofenderme, me dieron valor. Ha sido uno de los primeros choques con aquellos que siempre han tenido el espacio que yo ocupo ahora como ministra de Justicia.

Tiene usted un currículum extraordinario: a los trece años se fue a La Paz y fue trabajadora de hogar hasta los dieciocho años, ¿Cómo recuerda usted ese tiempo?

Para mí ha sido día a día un aprendizaje, también con malas experiencias, porque he conocido gente de todas clases. Gente que discrimina y excluye, a quien no le importa el ser humano. Y también he conocido gente que me ha tomado como persona, y me han dado la posibilidad de estudiar por ejemplo. Entre esta gente está la de mi organización. Por eso lo recuerdo como una época de crecimiento, de sacrificio también sin fines de semana, feriados o domingos. Lo recuerdo con mucho cariño porque me abrió espacios en mi organización y dio la oportunidad de conocer el mundo.

¿La realidad que usted vivió en esos años la siguen viviendo muchas mujeres en Bolivia?

Sí, el hecho de ser migrante y trabajadora del hogar, al entrar en una casa, mucha gente tiene una mentalidad muy colonialista. Para ellos, una trabajadora del hogar es menos que una persona. Lo que se puede ver es que todavía hay gente que no quiere tomar conciencia; ahora que ya tenemos un ley que ampara a las trabajadoras del hogar aparecen las denuncias con respecto a las situaciones que yo viví y mucho peores. Con violencia física y sexual.

Aunque las líderes se han movilizado, hay todavía cantidad de trabajadoras del hogar que no conocen sus derechos. Compañeras de corta edad siguen migrando desde las comunidades hacia la ciudad. Y aunque ha cambiado algo, existe una resistencia fuerte y resabios fuertes del sistema colonialista. El mensaje es “no me da la gana de reconocer tus derechos, sólo yo tengo los míos”, ése el mensaje que envían ciertas empleadoras. Son luchas muy escondidas.

Puede dar alguna cifra de cuántas

En Bolivia son 132.000 trabajadoras del hogar. Por cada departamento hay unas 15.000, en Santa Cruz hay más de 25.000. Hay trabajadoras que no alcanzan a percibir el salario mínimo nacional. Los peores lugares son donde están los hacendados, familias enteras en esclavitud. Sobre todo por la zona de Santa Cruz, Sucre y las zonas donde hay terratenientes.

Bolivia está viviendo cambios profundos. Hay mucha oposición y tensión, por ejemplo en Santa Cruz¿Cuáles son los retos principales para ustedes, los del Gobierno de Evo Morales?

El conflicto se centra en Santa Cruz, pero se le suman otras prefecturas. Estamos hablando de Tando, Cochabamba. Porque son prefectos elegidos a través del voto. Este grupo de prefectos son los típicos ejemplos de lo que pasaba antes, aunque ya no estén en el gobierno.

Desde los departamentos están haciendo sus alianzas tradicionales, en este caso para oponerse al presidente. Este bloqueo es para no dejar pasar el proceso de cambio indígena. De este presidente que se ha apuntado a pensar en los que no tienen tierra, no tienen salud. Es sobre todo el asunto de las tierras lo que ocasiona el problema con estos grupos. También el trabajar transparentemente la administración pública, por ejemplo el haber tocado el tema de los contratos secretos.

¿Para nosotros qué es importante? No queremos que se llegue a la confrontación, porque esto ha costado un proceso de la mayoría, sin armas. Para nosotros es importante que en esos espacios la situación se vaya calmando. Porque no tiene sentido responder con la misma actitud. Y aunque es difícil, pensamos que es importante que nosotros como autoridades entremos a esos espacios, para hacerlos sentir que sus autoridades estamos preocupados por ellos. Aunque el presidente les asegura que estamos trabajando para todos, a ellos perder privilegios les cuesta. Hay que comenzar a entrar a esos espacios.