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Barcelona, una ciudad con el corazón dividido

Luis García Casas
17 de agosto de 2017

La catalana es una capital de contrastes y contradicciones que afronta múltiples tensiones internas. Aquí, una pequeña guía para entenderlas.

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Spanien Barcelona - "Europas schönste Stadtstrände"
Imagen: picture-alliance/DUMONT Bildarchiv/F. Heuer

La ciudad de Barcelona, encajonada entre un mar y unas montañas que le impiden crecer más, tiene 1,6 millones de habitantes. La provincia, 5,4 millones. El paro es de algo más del 13%, aunque llegó a rozar el 25% en 2013, durante el peor momento de la crisis económica. A pesar de ser un ejemplo de convivencia cívica, la capital catalana afronta diversos problemas. A continuación, una pequeña guía para entenderlos:

Independentismo histórico

Aunque las tendencias independentistas en Cataluña vienen de largo, en los últimos años el movimiento ha resurgido con fuerza. Históricamente sus defensores lo sitúan en la Marca Hispánica, una especie de Estado tapón que estableció en la región Carlomagno para separar a su imperio del entonces enemigo islámico. Aunque, en realidad, Cataluña nunca fue un país independiente, sino parte del Reino de Aragón, cuya unión con Castilla fue el germen de la España actual. A mediados del siglo XVII, sendas sublevaciones en Portugal y Cataluña obligaron al rey Felipe IV a elegir. Sobra decir que eligió defender Cataluña.

La crisis económica desatada a partir de 2007 en todo el mundo dio un nuevo impulso al movimiento, que canalizó gran parte del descontento social. En 2014 se celebró un remedo de referéndum soberanista y, para el próximo primero de octubre, el gobierno secesionista de la región ha convocado una polémica nueva consulta. El apoyo al independentismo oscila en el entorno del cincuenta por ciento, aunque incluso entre parte de los no catalanistas crece el descontento por el hecho de que las autoridades del Estado no permitan la mera celebración de la consulta. En Barcelona, para complicar aún más la situación, las encuestas describen un apoyo al independentismo menor que en el resto de la región.

Inmigración interna

Cataluña es una de las regiones más ricas de España. Su producto interior bruto sólo es superado por Madrid, el País Vasco y Navarra. El PIB per cápita de la región es de más de 28.000 euros, aunque en Barcelona llega a los 32.000 euros. Eso ha atraído tradicionalmente gente de otras regiones. Las bolsas de población originaria de Andalucía o Extremadura han tenido una relación ambigua con el independentismo ya que, en un intento por integrarse, en muchos casos han alimentado el secesionismo. Además, esto ha hecho que muchísimas familias españolas tengan parientes en Cataluña, complicando las tensiones soberanistas.

Inmigración extranjera

Si en España hay registrados 4,5 millones de extranjeros, sólo en Cataluña vive un millón. De ellos, más de doscientos mil son marroquíes, el grupo más numeroso. Una cuarta parte de todos los ciudadanos marroquíes en España viven en esta región. En Barcelona son más de ciento veinte mil. Además, la ciudad concentra la mitad de los ochenta mil ciudadanos paquistaníes que habitan en el país.

Las mismas causas económicas que han atraído tradicionalmente a la inmigración interna hacia Cataluña, explican también en parte que atraiga a los extranjeros. Pero también hay otros motivos. Una sociedad abierta y tolerante y el hecho de ser una ciudad acogedora con un clima suave hacen de Barcelona un destino ideal para una inmigración en la que, además, son importantes el efecto llamada y la reagrupación familiar.

Yihadismo y mafias

Estos grupos, cuya inmensa mayoría vive integrada e incluso, en muchos casos, abrazan el independentismo catalán, representan, sin embargo, un caladero importante para las redes de captación yihadista, presentes también en otras regiones españolas. La detención en abril de nueve sospechosos de terrorismo, vinculados algunos de ellos con los atentados de marzo del año pasado en Bruselas que se saldaron con más de treinta muertos, han destapado una realidad que, para las autoridades policiales, no es nueva. Además, mafias como la italiana o la rusa han visto en la región un lugar donde refugiarse, aunque no tanto donde desarrollar sus actividades delictivas.

Turismo y saturación

A todos estos problemas hay que sumar el turismo, que literalmente llena la ciudad de Barcelona de visitantes para desesperación de muchos de sus habitantes. Su puerto es uno de los que más turistas reciben del mundo: 2,6 millones de 'cruceristas' en 2016. Una marea humana que no deja de crecer y que llega algunos días a desembarcar en la ciudad más de treinta mil visitantes, provocando descontento en diversos sectores de la población local. En esta ocasión, esta aglomeración turística ha sido utilizada como blanco por el terrorismo, una lacra que la ciudad de Barcelona había conocido también, pero que parecía cosa del pasado.