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Artículo anónimo anti-Trump: ¿sin precedentes en EE.UU.?

Michael Knigge
8 de septiembre de 2018

No hay paralelismos históricos al nivel del artículo de opinión anónimo de un alto funcionario de Trump publicado en The New York Times. Pero, hay indicadores que podrían explicar por qué el escándalo es tan grande.

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USA - Präsident Trump im Interview mit Reuters im Weißen Haus
Imagen: Reuters/K. Lamarque

¿Cuán significativo es el artículo publicado en el diario The New York Times por un miembro anónimo de la administración Trump?

El debate sobre la idoneidad de Donald Trump para el cargo ya había precedido a su mandato como presidente. Había una teoría, o al menos una esperanza, especialmente entre los republicanos del establishment, de que Trump podía verse forzado a poner los pies en la tierra, tanto por el peso y la tradición de la propia Presidencia, como por los experimentados funcionarios que lo rodearían en Washington: los llamados “adultos en la sala”.

Pero desde dentro de lo que se ha llamado "la Casa Blanca más permeable de la historia", rápidamente se hizo evidente que ni los "adultos" ni el peso institucional podrían reducir seriamente a Trump, un hombre que ha llegado a ser ampliamente visto en Washington como un errático, incompetente y, a ratos, peligroso presidente.

Ha habido muchas historias de medios creíbles que describen un cambiante elenco de altos funcionarios que intentan controlar a Trump. Entre ellos se incluyen el secretario de Defensa James Mattis, el secretario de Estado Rex Tillerson, el jefe de Gabinete John Kelly y el asesor de Seguridad Nacional Herbert Raymond McMaster. Este fenómeno alcanzó su clímax a principios de año, con el lanzamiento del explosivo libro de Michael Wolff “Fire and Fury: Inside the Trump White House” (Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump), que detallaba una administración en completo caos.

Ciclo de noticias fuera de control

Pero, aunque el público ya se ha acostumbrado a escuchar o leer sobre funcionarios de alto perfil de la administración Trump que se quejan de su jefe, el artículo anónimo del New York Times tiene una nueva dimensión, opina Jennifer Mercieca, politóloga de la Universidad de Texas A&M especializada en retórica presidencial.

"Este es el tercer día del artículo en el ciclo de noticias", precisa Mercieca, "un ciclo de noticias de tres días que Trump no ha podido controlar es algo nuevo, pues los ha controlado desde junio de 2015". 

Otra forma de medir el impacto del artículo anónimo, explica Mercieca, es el gran aumento en las búsquedas de Google sobre la 25ª enmienda. La enmienda es una cláusula constitucional que especifica el proceso para la destitución de un presidente "incapaz de manejar los poderes y cumplir los deberes de su cargo". En su artículo de opinión, el autor anónimo describe "tempranos rumores en el Gabinete" sobre la posibilidad de invocar la 25ª enmienda, pero cuenta que esta idea fue finalmente abandonada.

A pesar de ese rechazo declarado, sugiere Mercieca, el artículo podría interpretarse como un esfuerzo por familiarizar al público con el concepto de la 25ª enmienda, para aliviar el impacto en caso de que el Gabinete del presidente decidiera invocarlo en algún momento.

Woodward y Bernstein, los legendarios reporteros del Washington Post que destaparon el escándalo del Watergate.
Woodward y Bernstein, los legendarios reporteros del Washington Post que destaparon el escándalo del Watergate.Imagen: picture-alliance/AP Photo

¿Hay ejemplos comparables en la historia presidencial de un alto funcionario de la administración que haya escrito un artículo de opinión anónimo en el que se afirme que el autor es "parte de la resistencia en la administración" actual?

Realmente, no. El despido de un miembro del Consejo de Seguridad Nacional, quien se descubrió que era responsable de la publicación de tuits anónimos que menospreciaban a Hillary Clinton y otros funcionarios durante la administración Obama, es el ejemplo reciente más similar. Pero aparte del hecho de que un funcionario anónimo arremetió contra la Casa Blanca, los casos no son realmente comparables.

"No creo que haya habido nada exactamente equivalente al artículo de opinión anónimo de un funcionario de la administración presidencial en la historia anterior de los Estados Unidos", comenta Robert Speel, de la Universidad Estatal de Pensilvania y estudioso de la Presidencia estadounidense.

Pero, si se busca un precedente histórico en el que funcionarios clave se hayan comunicado secretamente con los medios de comunicación a espaldas del presidente, uno aterriza rápidamente en el gobierno de Nixon y el escándalo de Watergate, recuerda Speel. Además de los paralelismos, ambos casos aparecieron en las páginas de los principales periódicos del país: The New York Times y The Washington Post.

El caso actual comenzó después de que The New York Times publicara el artículo de opinión de un funcionario de Trump anónimo, mientras que el escándalo Watergate giró alrededor de una fuente secreta llamada "Garganta Profunda", que reveló a los legendarios reporteros del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein información esencial que implicaba a Nixon.

"Garganta Profunda"

La identidad de "Garganta Profunda" solo se hizo pública en 2005, más de tres décadas después de la irrupción políticamente motivada en la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate, en 1972. Había sido el director asociado del FBI, Mark Felt.

"Durante los últimos días de Nixon en el cargo, se informó que su secretario de Defensa, James Schlesinger, les había dicho a los líderes militares que obtuvieran su aprobación antes de llevar a cabo cualquier acción inusual ordenada por el presidente", detalla Speel.

Si se va mucho más atrás, en la década de 1860, un acto de insubordinación de un miembro del gabinete contra un presidente condujo al primer proceso de destitución, al primer impeachment en la historia de Estados Unidos, señala Speel.

Tras el asesinato del presidente republicano Abraham Lincoln, el Congreso aprobó una ley que prohibió a su sucesor, Andrew Johnson, un demócrata que simpatizaba más que los republicanos con los intereses de los dueños de esclavos, despedir a los miembros del gabinete de Lincoln sin la aprobación del Senado.

Cuando Johnson intentó despedir a un miembro del gabinete que no estaba de acuerdo con sus políticas, la Cámara de Representantes lo destituyó. Finalmente pudo permanecer en el cargo luego de que el Senado, por un solo voto, no lograra revocar su mandato.

Autor: Michael Knigge (rml/rrr)

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