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Sociedad

Alemania: mismo trabajo, ¿mismo salario?

Stephanie Höppner
7 de enero de 2018

A partir de este fin de semana, las mujeres alemanas podrán conocer cuánto ganan sus colegas hombres y exigir más dinero si existe diferencia salarial. ¿Pondrá esta ley fin a la brecha salarial de género?

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Symbolfoto Frauenanteil in Führungsetagen
Imagen: picture-alliance/dpa/K.-D. Gabbert

¿Podría ganar más de lo que gano? Quien se formule esta pregunta, puede remitirse desde el 6 de enero de 2018 en Alemania a una nueva regulación, la llamada Ley de Transparencia Salarial. Todo trabajador con contrato en una empresa de más de 200 empleados tiene derecho a preguntar al jefe o al comité de empresa cuánto ganan las personas que desempeñan una actividad igual o similar. De esta manera, el empleado no podrá saber exactamente cuánto se lleva a casa su compañero de oficina, pero sí podrá clasificar la cuantía de su propio salario y, en última instancia, reclamar un aumento. 

 

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La ministra alemana de Familia, Katarina Barley, del Partido Socialdemócrata (SPD), considera que la nueva ley apuntala los derechos de las mujeres: "Si una mujer sabe con seguridad que recibe un salario más bajo en comparación con un colega hombre, puede reclamar judicialmente su derecho a recibir la misma cantidad por las mismas tareas”. La ley entró en vigor parcialmente en verano de 2017, pero a partir de enero de 2018 ya se puede llevar a la práctica. El objetivo es lograr una mayor justicia salarial, asunto que sigue siendo problemático en Alemania. Según el Ministerio de Familia, las mujeres siguen ganando una quinta parte menos que los hombres. Ello se debe también a que con mayor frecuencia ocupan puestos de trabajo a tiempo parcial y a que no suelen abundar las mujeres en puestos de jefatura. Además, en general, trabajan en áreas peor remuneradas, como, por ejemplo, el cuidado de otras personas.

Christina Klenner
La experta Christina Klenner, de la Fundación Hans Böckler, considera que muchas mujeres no podrán beneficiarse de la nueva ley. Imagen: Hans-Böckler-Stiftung/Karsten Schöne

Pero, aun teniendo en cuenta estos factores, sigue habiendo una brecha salarial entre ambos sexos que ronda el 6 por ciento. Esa cifra coloca a Alemania en el vagón de cola de los países europeos en cuanto a brecha salarial entre sexos. Solo en Estonia y República Checa la diferencia es mayor. En el extremo contrario –o al menos así parece a primera vista– se sitúan Italia y Luxemburgo. Por su parte, la Fundación Hans Böckler advierte que estas cifras no deben llevarnos a sacar conclusiones precipitadas: la menor diferencia salarial entre sexos en aquellos países puede deberse a que hay menos mujeres en el mercado laboral. Quien no trabaja, no aparece en las estadísticas y no cuenta, por lo tanto, a la hora de hacer más grande la brecha. Según estadísticas oficiales, en Italia solo trabaja la mitad de las mujeres que están en edad laboral.

Una ley más simbólica que efectiva

En teoría, la nueva ley está destinada a combatir la desigualdad, pero expertas en el mercado del trabajo dudan de su eficacia. Christina Klenner, investigadora de género del Instituto de Economía y Ciencias Sociales de la Fundación Hans Böckler, considera que la ley tiene un "carácter simbólico” dadas su muchas carencias. Por ejemplo, que solo sea aplicable a empresas con más de 200 empleados. "Eso significa que muchas mujeres no podrán beneficiarse de ella, porque muchas de ellas trabajan sobre todo en empresas pequeñas”, sostiene. Otro inconveniente: hay que encontrar al menos seis representantes del sexo opuesto que ejerzan una tarea comparable a la propia. Con ello se pretende preservar el anonimato de los empleados.

Además, solo se comunica el salario promedio de esas seis personas, es decir, que no se recibe información de una persona en concreto, sino el promedio salarial de seis colegas. "Pero, ¿podrá una empleada encontrar seis personas para llevar a cabo la comparación?”, se pregunta Klenner, quien va más allá. "Si finalmente se constata la diferencia salarial y la empresa no quiere pagar más, la empleada se vería obligada a seguir la vía judicial”. Pero Klenner también ve cosas positivas en la nueva regulación: "Pone bajo escrutinio la remuneración de tareas comparables, pero no necesariamente las mismas”, explica. Eso significa que una mujer que trabaje en un departamento de mercadeo puede buscar salarios comparables no solo en su departamento, sino también en el de contabilidad, por ejemplo.

Emprender desde la desigualdad

Elke Holst, directora de investigación de estudios de género en el Instituto Alemán de Investigación Economía (DIW por sus siglas en alemán), considera que la nueva ley es "la pieza de un puzle” más complejo. "Es importante para que el tema de la brecha salarial se discuta y no caiga en el olvido”, dice a DW. También en la Unión de Sindicatos Alemanes se oyen voces críticas. Según Elke Hannack, una de sus dirigentes, la nueva ley contribuirá como mucho a que las estructuras salariales sean más transparentes. "Pero eso no será suficiente para cerrar la brecha salarial”, asegura.

Multas en Islandia

Las expertas en el mercado laboral exigen a la política dar la vuelta a la tortilla. Es decir, consideran que no debe ser la empleada quien exija conocer el salario de sus colegas, poniendo así en peligro sus condiciones laborales e incluso su puesto de trabajo, sino que las propias empresas deben comprobar si sus estructuras salariales son las adecuadas y combatir las desigualdades. Así se hace ya en lugares como la provincia canadiense de Québec y en Suecia, así como de forma más acentuada ahora también en Islandia. Aquel país dio titulares al mundo en los últimos días porque multará la desigualdad salarial entre géneros. Las empresas con más de 25 empleadas serán supervisadas trianualmente por el Estado para comprobar que hombres y mujeres con tareas y puestos similares cobran el mismo salario.

De esta manera, Islandia se convierte en el primer país que prohíbe la desigualdad salarial entre géneros. Al contrario de lo que sucede en Alemania, no son las mujeres las que tienen que demostrar esa desigualdad, sino las propias empresas deben rendir cuentas sobre si pagan de forma equitativa. Christina Klenner considera que los países nórdicos son un modelo a seguir en ese aspecto y la propia elección de las palabras es ejemplo de ello. "Por ejemplo, en Noruega se habla de ‘pasión por la igualdad'. Los alemanes todavía tenemos mucho que mejorar al respecto”, concluye.

Autora: Stephanie Höppner (MS/DZC) 

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