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Las monarquías, superfluas pero fascinantes

26 de abril de 2011

La realeza europea es costosa e innecesaria pero, pese a todo, muchos súbditos la aprueban y la celebran. A la británica le ayuda el peso de la historia, la popularidad de la dinastía Windsor y el genio de Shakespeare.

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El príncipe Guillermo y la plebeya Kate Middleton encarnan la fascinación que ejerce la realeza.Imagen: AP

Fuera del Reino Unido, Europa cuenta con monarquías en España, Bélgica, Suecia, Países Bajos, Dinamarca, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco y Noruega. Pero ninguna casa real europea parece despertar tanto interés como la británica, con una tradición ancestral, pese a que Gran Bretaña es considerada una de las naciones más abiertas del mundo. Y pese también a que la familia Windsor no ha estado exenta de escándalos.

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La dinastía Windsor no ha estado exenta de escándalos, pero se le asocia con la convicción de que las uniones deben ser por amor y no por conveniencia.Imagen: AP

Marcha atrás histórica

Una primera explicación para su popularidad podría ser el peso de la historia. La dinastía real británica data de 1066 cuando Guillermo I de Inglaterra también conocido como Guillermo “El Conquistador”, conquistó Inglaterra arrebatando el trono a Haroldo de Wessex.

Desde entonces ha transcurrido un milenio y en esos mil años los ingleses han pasado sólo once sin rey. De 1649 a 1660 tuvo lugar la llamada “Commonwealth de Inglaterra”, (no confundir con la Commonwealth de Naciones), en la que había un Parlamento y un llamado protector, de nombre Oliver Cromwell. El resultado no gustó a los ingleses, que eligieron en 1660 al hijo de Carlos I, el rey que habían decapitado en 1649.

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El príncipe Guillermo (i) y Eduardo, Conde de Wessex (d).Imagen: AP

Shakespeare e Isabel

Otra de las fuentes de su popularidad se debe a los dramas de William Shakespeare. El príncipe de las letras inglesas inmortalizó las intrigas, traiciones, la lucha por el poder de los miembros de la realeza, figuras endebles o de un ego desmesurado.

Sus obras se remontan a la Edad Media y retratan, como en Ricardo II, a un rey incapaz de gobernar, que se ve forzado a dimitir de su cargo y luego es encarcelado y llevado a la muerte. En La Historia del Rey Enrique IV, Shakespeare crea un carácter caleidoscópico en el que explora los atributos reales del monarca perfecto. Shakespeare consiguió para la corona británica un halo mágico, que otras monarquías consiguen a medias contratando agencias de publicidad.

Pero también la reina Isabel II de Inglaterra ha aportado a la popularidad mundial de la dinastía Windsor. Con sus 85 años, entre ellos 59 al frente de la monarquía, la reina es para muchos un símbolo de entrega y cumplimiento del deber. Doce primeros ministros han acudido a las rutinarias audiencias semanales en Westminster desde su coronación.

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La Reina Isabel II de Inglaterra, para muchos un símbolo de entrega y de cumplimiento del deber.Imagen: AP

Duelo de superbodas

La boda del príncipe Guillermo de Gales y Kate Middleton el próximo viernes (29 de abril), conjugará una tradición monárquica milenaria que eclipsa otra gran boda real europea esperada este año, la del príncipe Alberto II de Mónaco que llevará al altar a Charlene Wittstock dos meses después, el 2 de julio.

En el duelo de superbodas la monarquía británica tiene todos los reflectores listos. La boda del príncipe Guillermo con la plebeya Middleton, la primera en ingresar a la dinastía que cuenta con un título universitario, será seguida por el mundo entero.

La abadía de Westminster, una impresionante iglesia gótica construida por el Rey Enrique III en el siglo XIII, volverá a ser escenario de una boda real, y será motivo para recordar que esa es la morada de los grandes pensadores de la nación, incluyendo a Isaac Newton y a Charles Darwin.

Autora: Eva Usi

Editora: Rosa Muñoz Lima