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800 velas para Dresde

Mirra Banchón31 de marzo de 2006

Se la menciona por primera vez en un acta del 31 de marzo de 1206, aunque es mucho más antigua. Dresde -la Florencia del Elba, la de los bombardeos, la de la reconstruida Frauenkirche- festeja a lo grande.

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Dresde, a 800 años de su primera mención escritaImagen: picture-alliance/ dpa/dpaweb

La primera mención oficial de Dresde se encuentra en un acta judicial, "acta sunt hec Dresdene", pero se sabe que su historia se remonta a, por lo menos, 200 años más atrás. Sin embargo, haciendo gala de poca prolijidad histórica los habitantes de la capital sajona celebran a una ciudad que ha conocido tanto lujo como horror.

El asentamiento al pie del Elba fue desde finales de la Edad Media el centro del poder de Sajonia. En 1547 se torna residencia del príncipe elector y bajo Augusto el fuerte (1670.1733) -principe elector y rey de Polonia- se convierte en la "Florencia del Elba", una de las más bellas ciudades europeas.

La dorada época agustina

Augusto el Fuerte nació como Federico Augusto, el 12 de mayo de 1670. Debido a que era el segundo hijo y no el sucesor de la corona pudo disfrutar de libertad para viajar y conocer otras cortas europeas, sobre todo la absolutista de Luis XIV.

La inesperada muerte de su hermano mayor lo halló celebrando el carnaval en los palacios de Venecia; y, entonces, a los 24 años y con ninguna preparación, Augusto asumió el trono de lo que se convertiría en el tercer reino en importancia, después de Prusia y Brandeburgo. Cuando en 1679 asume la corona polaca -por talento negociador no por sucesión-, se consolida el poder del duque de Sajonia y rey de Polonia.

Gold für August den Starken
Estatua dorada para Augusto el FuerteImagen: AP

Augusto el Fuerte confirió a la ciudad el lujo y el boato que había conocido en Versalles; sus impresionantes festines se celebraban en su residencia, el Residenzschloß, donde se acumularon los increíbles tesoros de la corona sajona. Aparte de que tuvo 345 hijos, de los cuales hay comprobación histórica para un poco más de 200, otra de las leyendas que envuelven la radiante figura de Augusto el Fuerte es que tenía el poder de convertir las cosas en oro. "Todas sus voluptuosidades las vive de tal manera que su pueblo no sufre y sus tesoros no se acaban", se decía popularmente.

Construcciones para el poder

Dresdner Grünes Gewölbe vor Wiedereröffnung
Entre los tesoros que alberga el Grünes GewölbeImagen: dpa

Lamentablemente, la historia comprueba que carecía de esa facultad, pues fueron sus súbditos los que contribuyeron con fuertes impuestos al lujo que desplegó en la corona sajona. Como fuere, Augusto el Fuerte patrocinó la arquitectura y el arte y adquirió para su corte una gran colección de pintura. Hizo erigir el "Grüne Gewölbe", una suntuosa cúpula verde, que alberga el tesoro augustino. Las majestuosas construcciones barrocas como el Zwinger, la Frauenkirche y el castillo de Moritzburg también se construyeron bajo su dorada égida.

Y, por si fuera poco, bajo su reinado y protección, el alquimista alemán Friedrich Böttger consiguió una fórmula para fabricar una porcelana muy parecida a la china. Fue un éxito rotundo y en 1710 el propio Böttger fundó una fábrica cerca de Dresde, que rodeó de gran misterio y secreto. Había nacido así la mundialmente famosa porcelana de Meißen. Y se había nutrido más la leyenda de éxito de Augusto el Fuerte.

Después de Augusto

Porzellan-Manufaktur Meissen Porzellanmalerin
Porcelana de MeissenImagen: dpa Zentralbild

Después de las guerras napoleónicas, el lujo cortesano de Dresde dio paso a la industria. La producción sajona se repartía por Europa gracias a la novísima línea férrea alemana que unió por primera vez Dresde y Leipzig en 1839. Lamentablemente, mucho de esa larga historia de éxito, lujo e industria de la capital sajona quedó convertida en toneladas de escombros en una sola noche, la del 13 al 14 de febrero de 1945, durante el "infierno de Dresde", los bombardeos de los aliados.

Ubicada en la región que quedó bajo el mando de Moscú, apenas en 1985 se logró acabar de reconstruir la ópera. Luego, después de la reunificación alemana, la Fraunkirche volvió a a su antiguo esplendor en octubre de 2005. 450 millones de euros se calcula que ha costado reconstruir los monumentos más importantes, que Dresde ahora celebra orgullosa, para lo que cual, en justicia, tiene más de ochocientos motivos.